AU. Katsuki y Shouto son exnovios. Sí, exnovios que durante la fiesta de año nuevo no pudieron evitar explotar delante de sus amigos y vecinos que llamaron a la policía.
Fueron encarcelados y luego con ayuda de un buen amigo, es que todo se redujo a...
La habitación era enorme. Claro, era la principal, tenía mucho espacio desocupado, solo tenía los burós a los lados de la cama Kingsize y una mesa donde ocasionalmente trabajaba. Pero, bueno, al principio eran dos chicos los que compartían esa casa ninguno era particularmente exigente con la decoración se encontraban satisfechos con una cama enorme de agua y mantas delgadas con las que cubrir sus siluetas.
Prefirieron dejar que una experta en diseño de interiores se encargara del asunto; claramente Jirou dio en el blanco con el departamento donde vivían, mejor dicho, donde vivía.
Al final él fue quien no tuvo el valor de soltar la casa, podría ser llamado masoquista y lo aceptaría. Tenía esa enorme necedad de no salir de aquel lugar que contenía miles de millones de recuerdos con el cenizo, cada uno se podía contar como una estrella en el firmamento.
Giró su cuerpo a la derecha arrastrando las sábanas con todo su cuerpo, se acurrucó en el nuevo espacio que se encontraba frío —nadie estaba ahí para mantener el calor—, se abrazó con fuerza cubriendo la mayor parte de su rostro con el cobertor color celeste, el tercero en su colección de cobertores, de vez en cuando dormir solo con eso les proporcionaba la temperatura perfecta para descansar, era suave al tacto, maravillosa para abrazar sus cuerpos desnudos luego del sexo.
Miró la ventana cerrando los ojos fuertemente, omitiendo la cantidad de emociones que le llegaban al cerebro en milisegundos. La mañana nublada lo recibió apenas sus orbes duales se encontraron con el cristal, el clima avisaba una próxima llovizna.
Concentró el sentido auditivo notando ligeramente en el pasillo el sonido de las pantuflas de Katsuki —las que le regaló en su cumpleaños pasado—, lo sabía por el ligero chirrido que hacían al cenizo arrastrar los pies. Una sonrisa se le formó, seguramente Bakugou fue a la cocina por una taza de café o quizás chocolate, no lo sabía el olor no lo podía percibir.
Los pasos se detuvieron en el umbral de la puerta abriendo y cerrando rápidamente.
Dejó su atención afuera, arrastrando con pereza su brazo al buró uno que contenía las memorias en fotografías, lo hojeó rápidamente esperando que aleatoriamente una apareciera con un mal recuerdo algo que lo hiciera olvidar las cosas con Katsuki.
En cambio, obtuvo una imagen del rubio señalando un arrebol, las nubes heridas por los rayos del sol creaban la imagen de un zorro, al menos eso mencionó Katsuki aquella vez.
Lo cerró pesadamente, devolviéndolo a su sitio, girando a la izquierda a la puerta del baño, cerrando los ojos conteniendo la respiración y lo hipidos de su voz. No saldría de la cama ese día, hacía frío.
Y la cama era enorme para mantener el calor.
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