⟳| Día 57 Niñeras I

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⟳| Día 26

Por la tarde Katsuki estaba descasando el trasero en la sala, evitando a Shouto que se la vivía igual —esta vez ninguno se quería ver—, cada uno prefiriendo pedir comida a domicilio que cocinar, después de todo, las clases de cocina que Katsuki le ofreció al bicolor quedaron en el olvido tan pronto la distancia fue evidente.

Luego de lo que pasó el jueves no habían cruzado palabra ni siquiera cuando Eijirou fue a dejarles los víveres que necesitaban para sobrevivir otra semana más, en marzo Deku se encargaría de ello y con pesar agradecía que si Izuku no podía traer las cosas mandara a alguien. Así no se quedaban sin alimento.  

Se removió en la sala buscando un sitio idóneo para descansar o tomar una siesta lo que llegara primero, la noche ya se asomaba por el horizonte y ninguna estrella se había colocado en el firmamento, sus ojos se cerraron en un intento de dormir sin pensar en Shouto y su cuerpo estremeciéndose ante su tacto, suave, gentil y placentero.

Quería sacarse esa idea de la cabeza, pero era imposible, Shouto era la causa de su insomnio desde esa noche donde hizo que se viniera no podía sacar de su cabeza su voz rota ni el calor que emanaba de su epidermis al tocarlo, Katsuki estaba completamente jodido de no poder gozar más de su chico, estaba enloqueciendo.

El timbre sonó sacándolo de su ensoñación con el bicolor, se levantó con rigidez, no esperaba nada para comer y Shouto no le había avisado que encargó algo por lo que se asomó para ver al exterior, sorprendido de encontrar a su excuñada al otro lado con su par de sobrinos.

—¿Fuyumi? ¿a qué se debe tu visita? —Preguntó dejándola pasar, ella se quedó en la entrada.

—Se que es de improvisto, pero el jefe de Keigo nos invitó a cenar y no tenemos con quien dejar a los niños… y como ustedes no pueden salir… —Ella pareció avergonzada, Katsuki suspiró una sonrisa entendiendo a donde quería llegar.

—Su tío Shouto está en la recámara principal ¿por qué no van a saludarlo? —Los chiquillos fueron a buscar al bicolor mientras Katsuki hablaba con Fuyumi—. No creo que a tu hermano le moleste y a mí tampoco.

El rostro de Fuyumi se iluminó por la afirmación del cenizo, dándole una señal a su esposo que festejó por tener un lugar donde dejar a sus hijos, bajo el cuidado de su tío.

—Gracias, Katsuki, regresaremos más tardar a las diez, lo prometo. —Mencionó ella despidiéndose del rubio— ¡Pórtense bien niños! —Gritó en la puerta, sus hijos saliendo con Shouto que estaba entre confundido y pasmado de que Katsuki haya dicho que sí.

Cuando la madre de los retoños salió de la casa el cenizo le dedicó una mirada al bicolor con un permiso silencioso que Shouto se tuvo que aceptar para que los niños no se aburrieran en la casa ya que no podían hacer nada más.

—¿Quieren cocinar un pastel? —Preguntó el cenizo, tanto Yuki con Aki asintieron yendo a la cocina con el cenizo que comenzó a juguetear con sus sobrinos.

El bicolor se sentó en la sala donde había pasado una de las noches más calientes de su vida.

Dejó que Katsuki se encargara de los niños, enternecido de que tratara a los niños con tanta delicadeza, estando en la sala la única que se cercó fue Aki que le dijo que su cabello era lindo y se puso a trenzarlo con Shouto sentado en el suelo y ella en el sillón individual con su hermano brincando porque el pastel estaba casi listo y su madre llegaría pronto.

Cuando el pastel salió del horno lo dejaron reposar para después cortar cuatro rebanadas, el pastel provocó que se les hiciera agua la boca a los niños que siguieron jugueteando en la casa antes de caer rendidos en la sala.

Shouto y Katsuki los llevaron a la habitación principal donde durmieron un par de horas —Fuyumi tardó más de lo esperado— cuanto ella llegó Katsuki estaba nuevamente en la sala leyendo un libro con una taza de café, Shouto había ido a revisar a los niños cuando ella entró a su casa.

—Gracias. —Le dijo a Katsuki que la acompañó dentro.

—Están dormidos en la habitación principal, ¿te ayudamos a llevarlos al auto? —Preguntó.

Fuyumi negó con un rubio a sus espaldas, era su esposo Keigo que en un asentamiento saludó al cenizo para ir a buscar a sus hijos que descansaban en la habitación, Shouto abrió la puerta con cuidado de no despertar a sus sobrinos que estaban arropados en la cama. Keigo levantó a Yuki cargándolo para llevarlo al auto.

—Gracias Shouto. —Murmuró al bicolor que le regaló una sonrisa.

Shouto se despidió del niño adormilado en los brazos de su padre, Aki por su parte fue tomada por su hermana que la aferró contra su pecho para mantenerla caliente y no se enfermara por el frío que hacía afuera, la pequeña se despidió de Katsuki que le ofreció a Fuyumi unas rebanadas del pastel que hicieron.

Ella lo aceptó gustosa para observar a los chicos, su hermano tenía un listón agarrándole las hebras rebeldes que seguían creciendo y Katsuki tenía un moño sosteniéndole el flequillo, sonrió divertida antes de despedirse de ellos con un abrazo fuerte.

—Gracias por cuidar de los niños. —Agradeció, Shouto le sonrió de vuelta.

—Puedes traerlos cuando quieras, Fuyumi. —La albina abrió la boca sin responder para luego mirarlos a ambos y saber que fue agradable tratar con niños, ella le sonrió.

—Lo tendré en cuenta, Shouto.

La familia abandonó su hogar con el rechinido de los neumáticos por el pavimento, Shouto se asomó por la ventana para rastrearlos hasta que desaparecieron, una sonrisa se depositó en las comisuras de sus labios para girarse al final con Katsuki que también le estaba mirando.

—No sabía que te gustaba tratar con niños. —Comentó el heterocromático muy relajado, sin ninguna tensión en sus hombros al ser absorbido por los juegos con los niños.

—Ni yo que te gustaba trenzar tu cabello. —Respondió Katsuki con sus orbes brillantes por los jugueteos, renovado en energías.

—Es la primera vez que lo dejo tan largo —Agarró un mechón que su sobrina dejó y lo estudió entretenido— es agradable tener cosas en el cabello. —Rió quitándose el listón para regalarle una sonrisa a Katsuki que soltó una risa nasal.

—Seguro. —Asintió quitándose el moño que le dejó la niña, cada uno volviendo a su cuarto con una sensación afable en su pecho.

 —Asintió quitándose el moño que le dejó la niña, cada uno volviendo a su cuarto con una sensación afable en su pecho

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57| Niñeras I

365 días contigo Temp. 1 ⟳ BKTDBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora