⟳| Día 98 Ligero accidente.

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⟳| Día 08

—¿Y la comida qué? —Bromeó el cenizo, Shouto desde la cocina le gruñó como un león ofendido, el rubio no hizo amago en borrar su sonrisa cuando entró a la cocina.

Si bien parte de él estaba enormemente enojado por el desastre ocasionado por el bicolor nada le quitaba el gusto de verlo berrear en el lavabo enjuagando lo que al parecer era el intento de una salsa, al menos las manchas del crimen en la pared le daban esa alusión.

—Parece que hubo un asesinato aquí —Declaró pisando con cuidado el piso donde las huellas del asesino seguían intactas en un acto monstruoso cometido contra pobres almas que solo apoyaban a los cocineros, aun veía a muchos impactados como su cucharon preferido de madera que le daba la espalda por abandonarlos con Shouto.

—Cállate, ¿sí? —Refunfuñó Shouto sus mejillas enrojecidas de ira y pena a partes iguales porque su intento de lasaña había sido el fiasco más grande de la historia culinaria, se sentía tan responsable del refractario hecho pedazos en el suelo que no podía ni verlo.

—Ya te dije que son cosas que ocurren —Comentó Katsuki ya sin ninguna malicia acercándose con una escoba a recoger el vidrio roto, buscó una bolsa para echar la comida tirada— debiste llamarme para que revisara que todo estaba bien, te estoy enseñando puedes contar conmigo, torpe.

Shouto perturbado por sus palabras arrugó el entrecejo asintiendo sin intenciones de discutir porque Katsuki no estaba haciendo nada malo sino todo lo contrario estaba ayudándolo con la batalla campal que realizó, terminó de enjuagar los trastes con sus manos irritadas, Katsuki echó todo a la basura incluso su refractario que solía usar mucho cuando cocinaba.

—Lo siento. —Murmuró dejando sus manos tras él, Katsuki volvió a su sitio jalándolo del codo hasta arrastrarlo fuera de la cocina, Shouto se preparó para el regaño que recibiría por el refractario favorito del oji-rubí.

—Déjame ver. —Exigió el cenizo.

—¿Qué?

—Tus manos, déjame ver que tan grave fue. —Shouto cambió su visión al suelo cuando Katsuki lo jaló para sentarse a su lado en el sillón de dos personas con el botiquín listo—. El refractario todavía estaba caliente cuando lo recogí o no pudiste esperar a que reposara o bien tuviste la gran idea de sacarlo sin guantes.

Shouto calló cubriendo sus orbes con su flequillo de dos tonalidades, su corazón galopando en una carrera no dicha hacía cualquier sitio donde el cenizo no pudiera hacerlo víctima de su escrutinio.

—Veamos cuál de las dos fue —Cuando las palmas enrojecidas del otro fueron visibles Shouto miró a cualquier sitio menos la expresión del cenizo, éste estuvo a nada de saltarle encima y besarle diciendo que no había hecho nada malo cuando en sus fanales vislumbró culpa.

Dios, cuánto quería abrazarlo para que el dolor que estuviera aguantándose desapareciera del cuerpo de su chico, ese que no podía hacerlo enojar más de cinco minutos antes de arrepentirse o ceder ante él.

—Se ve mal, ¿cierto? —Balbuceó con las mejillas rojas, Katsuki levantó su vista de sus manos a su expresión apenada, en serio moría de ganas de besarlo, a esa boca rosada, apapachar esas mejillas cerezas y tranquilizar esas lágrimas traviesas que avisaban de su escape.

—Voy a ponerte un ungüento para las quemaduras y vendaré tus manos, ¿Sí, Shouto? —El tono cariñoso que usó con él le hizo asentir como un bebé, quería acurrucarse contra su pecho porque Katsuki lo hacía sentir tan vulnerable que muchas veces se olvidaba del resto del mundo.

—Sí. —No lo hizo, sino que dejó que Katsuki tratara sus heridas hechas por un descuido al recibir un mensaje de Izuku diciéndole que Kirishima volvería en la noche y que en ese momento aclararían todo.

Se puso nervioso y olvidó ponerse los guantes al sacar el refractario, lo soltó en un reflejo por las quemaduras, hizo lo posible por ocultar su fallo garrafal lavándolo todo antes de que Katsuki llegara, aunque el agua fría no hacía más que irritarle la piel enrojecida se aguantó un millar de majaderías hasta que Katsuki bajó casi saltando los escalones de la terraza casi provocando su propio accidente al derrapar en la cocina, luego de aquello pasó todo hasta la actualidad donde el cenizo trataba con delicadeza sus lesión.

—No hagas cosas precipitadas, Shouto.

—Me olvidé de ellos estaba con el celular, lo siento. —Shouto iba a mencionar que hablaba con Izuku. Mejor calló al recordar que una de las razones por las cuales Katsuki estaba distante era por su supuesto enamoramiento por Izuku así que no le daría más razones para confundirlo. El cenizo resopló.

—Cocinar es cómo manejar necesitas tu atención solo en eso. —Shouto asintió al sutil regaño—. Por ahora, hasta que sanes no haremos nada de las clases y le pediré a Kirishima que traiga un medicamento para ti.

Shouto levantó la vista, interesado en que el rubio fuera a buscar al pelirrojo luego de su pelea. Katsuki vendó sus manos y luego las sostuvo entre las suyas con cuidado, acariciando con sus dígitos el dorso de sus manos heridas en la piel expuesta de tonalidades claras, pasó sus falanges hasta la dermis de sus muñecas regresando a sus nudillos repitiendo un masaje parsimonioso que hizo suspirar a Shouto relajándose en su sitio acomodándose en el sillón.

—Ten cuidado, amor… —Se le escapó también recargándose en el respaldo, Shouto asintió cuando la diestra de Katsuki llegó hasta su codo y regresó a sus dedos, suave y maravillosa caricia.

Hmmm, sí… —Ronroneó hasta que se quedó dormido en una siesta, Katsuki le tapó con una manta besando su coronilla, suspirando por la sedosidad de las hebras de Shouto.

Buscó en sus contactos el número de su amigo, marcó y cuando contestaron rezó porque la visita no fuera lastimera.

Buscó en sus contactos el número de su amigo, marcó y cuando contestaron rezó porque la visita no fuera lastimera

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98| Ligero accidente.

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