⟳| Día 70 Katsuki: A veces me olvido de todo II

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⟳| Día 11

Era casi medianoche cuando envió a su jefa el último artículo corregido, tronó sus fanales estirando sus brazos por encima de su cabeza, sus extremidades entumidas agradecieron algo de atención que el cenizo no les daba más allá de ejercicios agresivos de los que sus músculos no estaban acostumbrados.

—Al fin acabé… —Festejó en voz baja con solo la luz de la sala encendida, no quería despertar a Shouto que llevaba dos horas dormido, él tenía que trabajar para ser libre de esa mujer agresiva que no le daba descanso.

Se levantó para prepararse un té, uno que le relajara hasta el último grano de estrés que estuviese acumulando sobre sus hombros con su diestra tronó su cuello y hombros cerrando los ojos al soltar un jadeo contento de la liberación de su cuerpo, su prisión no fue suficiente para contenerlo por tanto tiempo mirando el reloj de su celular que marcaba solo media hora antes del final del día.

Salió de la cocina recogiendo su desastre en la sala, guardando sus cosas en el estudio donde había un espacio idóneo para sus pertenencias laborales cuando acabó de acomodar se sentó en la barda bajo el arco que separaba el estudio de la sala, estando en medio de ellas, columpiando su pie izquierdo en el área de la sala, su vista cayendo en la puerta corrediza del patio trasero.

No había ido a revisar sus plantas, debía hacerlo a primera hora del día para asegurarse que cierto chico de ojos bonitos las estaba atendiendo como debía. Exhaló profundamente luego aspiró el humo que salía de su taza de porcelana blanca, bebió de su contenido y se quedó pensativo.

«¿Por qué no puedo sacármelo de la cabeza?» Se cuestionó en un momento de reflexión, cuando se concentraba en otras actividades por más que lo intentara llegaba a él como una flecha a una diana.

No podía evitarlo, Shouto se colaba en su mente más de una vez al día con sus actitudes infantiles y serias a la vez, con sus chistes y berrinches, con su alegría y preocupación de una u otra forma terminaba olvidándose de todo lo demás solo por centrarse en Shouto y nada más que él.

Cambió su vista de la puerta a los cuadros en la pared, aquellos sobre el sillón de forma “L” ese majestuoso lobo que con avidez sacaba los colmillos para defenderse ahora solo era un cachorro herido. Y ese leopardo que vigilaba a su presa en una posición impasible era solo un felino erizado de pánico.

No se reconocían como ellos mismos, había tantas cosas nadando sobre sus cabezas que no podían olvidarlos por más que se esforzaran en hacerlo. Katsuki sabía que llegaría el momento de hablar sin medias palabras, de enfrentar a Shouto y decirle que lo sabía, que lo sabe desde hacía dos meses y que, aunque doliera en toda su alma debía alejarse por su bien.

Quizá en un futuro cuando su corazón no omita todo solo para concentrarse en Shouto podría verlo como amigo, pero antes de eso no. Él lo amaba, y sí Shouto amaba a alguien más lo correcto para Katsuki era alejarse.

Sus luceros se cerraron y en un murmullo expresó un pesar.

—A veces me olvido de todo por ti. —Así como lo confesó, desapareció en un suspiro, nadie más que la soledad lo presenció hasta que las agujas del reloj marcaron la medianoche, con ello el final de otro día.

 —Así como lo confesó, desapareció en un suspiro, nadie más que la soledad lo presenció hasta que las agujas del reloj marcaron la medianoche, con ello el final de otro día

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7O| Katsuki: A veces me olvido de todo II

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