365 días contigo Temp. 1 ⟳ BKTDBK

⟳| Día 55 Noche ardiente.

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⟳| Día 24

Según el conocimiento de Shouto y por el análisis exhaustivo que realizó en el actuar del cenizo, el oji-rubí estaba en otro mundo, tal vez en el hermano de la tierra; venus el promocionado por muchos como planeta del amor.

Y es que Katsuki estaba increíblemente distraído como para darse cuenta que sus orbes no se habían despegado del vidrio de la puerta corrediza al patio trasero, Shouto se atravesó en su visión más de una vez y ni así dejó de mirar afuera como si ahí hubiera un espectáculo pirotécnico —era de noche, no había nada—.

—¿Estás bien, Bakugou? —Preguntó a un desorientado Katsuki que llegaba de su nave espacial a la tierra, directo a su casa, a la sala.

—Sí, ¿Por qué? —Interrogó él, bastante conflictuado, su cabeza disparando miles de proyectiles con pensamientos cargados de Shouto Todoroki.

En lo bonito que se veía su cabello más largo de dos tonalidades ojalá pudiera trenzarlo o ponerle adornos, atarlo con ligas y cepillarlo con parsimonia. En sus orbes duales con un cielo despejado en el izquierdo rodeado por el fuego, en una nube cargada de lluvia bajó un firmamento níveo, en sus belfos rosados algo partidos por el frío o falta de líquido que Katsuki se encargaría —si se lo permitiera— refrescar con su lengua, chupando con codicia hasta que estuvieran hinchados de tanto que los besó.

En su cuello largo y delgado, tenía unas ganas devoradoras de arrastrar su boca por la mandíbula del otro, acariciarlo con su sinhueso hasta hacerlo temblar de deseo, bajar hasta sus clavículas dejando marcas rojizas, violetas y de todas las tonalidades que pudiera, arrancarle la ropa para abrazarlo como tanto había añorado haciéndole el amor hasta que ambos estuvieran satisfechos. 

—Te ves extraño. —Comentó Shouto, un nudo nervioso atravesó su cuerpo cuando advirtió los orbes del cenizo encendidos en una llama que reconoció instantáneamente; ese insaciable deseo que le tenía le hizo soltar un jadeo porque estaba tan necesitado de él que no podía con ello.

—Shouto…

—Katsuki, no. detente antes de que…

—De que te haga el amor. —Interrumpió en su oración.

Shouto enrojeciéndose por sus palabras que no hacían más que alimentar su lujuria bajo su ropa, los vellos de Katsuki se erizaron al ver su reacción acercándose hasta el borde de su sillón listo para acariciar los muslos de Shouto que dejó caer su espalda por completo en el respaldo del sillón de forma “L”, angustiado, pero enormemente excitado.

Desde que lo habían mencionado no había otra idea en su cabeza más de devorarse como desde el año pasado no lo hacían.

Katsuki acarició con sus dígitos la rodilla de Shouto pasando su torso por encima de la mesa de la sala, sus yemas haciendo círculos tormentosos sobre los jeans del bicolor que se estremeció hasta las orejas, encendiéndose como una fogata, ¿Cómo un roce tan inocente podía estar cargado de tanto deseo?

Aferró una mano al sillón y la otra la dirigió a su entrepierna, los orbes de Katsuki rastreando su mano en cada paso hasta que la cabeza de Todoroki se fue para atrás delineando lentamente su hombría.

El cenizo no despegó los ojos de como el cuerpo de Shouto se sacudía con cara roce, su boca estaba húmeda quería, desesperadamente, introducir ese miembro en su boca, sus dedos se convirtieron en la palma completa, ambas manos cayendo sobre las rodillas de Shouto empujándolas hacía arriba y abajo, levantando su cuerpo levemente, el bicolor acercó las piernas a su estómago su mano lista para dejar de acariciar por encima de la tela para meterse en sus propios pantalones.