La condena pt.2

6.4K 616 32
                                    


"Yo no autoricé ningún cambio"

Fue solo hasta que escucho esas palabras que Victoria sintió el frío del metal de una guillotina traspasando su cuello, su sangre se heló y sus manos comenzaron a temblar. Su ojos se dirigieron hacia Cerem quien permanecía parada a unos metros de ella mirándola fijamente de forma acusadora.

Por primera vez desde que llegó a ese palacio la mujer sintió miedo, miedo que no había sentido por ninguna de las asquerosas concubinas, miedo que no sintió ni por el propio Sultán y es que ellos eran diferentes, ninguno había logrado ver sus intenciones, pero Cerem pareció ver a través de su alma en tan solo un instante.

—¡Su majestad, juro que no miento! —la desesperación se apoderó de sus sentidos haciendo que sus manos tomaran algunas telas de la túnica del hombre— yo fui relevada, yo no sabía nada, jamás me atrevería a hacer algo en contra de los príncipes.

El hombre pasó su mirada entre el par de mujeres, la menor quien siempre parecía un ciervo asustado ahora mostraba la voluntad y furia de un león, por  otro lado aquella mujer de dulces ojos que siempre miró al resto de mujeres por debajo de sí ahora parecía lo que fue desde un principio, una esclava, una que miraba la muerte rodearla.

—Ayse no tenía razones para crear ese incendio —declaró firme.

—Pudo ser amenazada, tal vez solo se había vuelto loca ¡No tengo la culpa de los  pecados de esa mala mujer! —su respiración comenzaba a escasear con cada segundo en aquella habitación en la que había pasado sus últimas noches.

—¡No te atrevas a hablar  de ella como si la conocieras! —su paciencia había acabado— en lo que a mi concierne eres nueva en este palacio, eres un simple regalo que trajo consigo una desgracia que nunca antes nos  había acechado, eres extranjera ¿Que nos dice que no eres traída por un enemigo?

Suleiman podía intervenir, la madre Sultana también, inclusive la propia Hatice tenia el derecho de regañarlas solo para que mantuvieran la calma frente a su hermano, pero nadie lo hizo, la descendencia del Imperio Otomano prefirió tomar el papel de espectador antes que el de verdugo.

—Es no tiene   nada  que ver, a mis ojos, todo es simple especulación.

—¿Te atreves a ser tan descarada? No te moviste cuando iniciaron el incendio, saliste de la habitación a pesar de ser la encargada del cuidado de los príncipes y eres tan tonta como para olvidar que yo también soy una sirvienta, no me fue difícil  escuchar cada pregunta que hacías, no es complicado notar tu desagrado hacia el Sultán o tus noches merodeando por el Harem robando cosas.

Sus palabras envolvían mentiras y verdades conjuntas, jamás había prestado atención a la mujer frente a sus ojos, nunca la vio tomar nada que no le dieran y Ayse fue quien le contó cómo la miró caminar por el Harem en una de sus tantas noches de insomnio, pero era su palabra contra la de ella y Victoria ya estaba hundida.

—¡Estas metiendo! Su Majestad —la concubina dirigió su mirada llorosa al hombre en busca de su empatía— esta niña solo está celosa de que yo haya ascendido a concubina mientras que ella no ha podido hacer más por usted, su complejo de inferioridad es lo que la orilla a acusarme de estas falsedades.

—No hay nada de ti que envidie —cortó— tu alma está tan podrida por la avaricia que además de tu belleza no hay nada que destacar, y por tu puesto... Yo jamás he aspirado al concubinato, estoy bastante conforme con mi puesto actual —poco a poco Cerem recobraba la conciencia y con ella su prudencia.

—Suficiente —intervino el hombre aturdido por la discusión— ya escuché lo que tenia que escuchar, guardias, llévensela y enciérrenla hasta nueva orden.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora