El Sultan - Mi Leon

Encierro pt. 1

—La situación del principe Mustafá es complicada... —el Doctor no se atrevió a alzar la mirada, no solo por etiqueta sino por el miedo que le causaba ser el blanco de la ira del regente— según lo  dicho por la Sultana Cerem, el príncipe sufre los mismo síntomas que la Sultana Fasun antes de fallecer... —el hombre soltó un suspiro, aún mas nervioso que al principio— lo cierto es mi señor... Que no hay mucho que podamos hacer para salvar al príncipe, solo queda esperar.

Un fuerte estruendo seguido del crepitar de varios pergaminos despues de ser lanzados al fuego advirtieron a los multiples doctores de que era momento de dar un paso atrás por su propia seguridad.

—¡¿Como puede ser siquiera posible?! —bramó mientras lanzaba el florero que adornaba el escritorio contra la pared— ¡Son los mejores medicos del Imperio! ¡Les pago para que busquen soluciones no para que se queden a mirar como mi primogénito muere!

—Sultan —el medico de cabecera se arrodilló ante el hombre— lamentamos no poder hacer mucho mas, pero... Ya hemos hecho todo lo que está en nuestras manos, no hay medicina o tratamiento que no hayamos probado en el  cuerpo del príncipe o en la Sultana Fasun, ahora no podemos-

—¡Callate! No quiero escucharlo —los azules ojos del hombre se llenaron de angustia, una angustia que rápidamente fue cubierta por la ira desmedida— ¡Si mi hijo muere ustedes morirán con él! —amenazó.

—Mi señor —la suave voz  de Ibrahim interrumpió la amenaza, el Gran Visir, quien hasta el momento había mirado la escena impasible, intervino por el bien de los medicos, bajo la idea de que a su hermana no le agradaría escuchar sobre las amenazas hacia su gente— por favor escuche las palabras que tienen para decir, incluso si para nosotros no son comprensibles —el hombre, quien antes se había destacado por siempre llegar  a las tierras de Constantinopla con una enorme sonrisa, ahora miraba a los Doctores con una expresión llena de resignación.

El murmullo apenas sensato de Ibrahim calmó momentáneamente la ira del Sultán.

—Mi señor... —volvió a hablar el Doctor aún arrodillado— le ruego que por favor saque el resto de los príncipes del palacio, hasta ahora... Esta epidemia solo ha afectado a niños pequeños, si es que solo se propaga entre los jóvenes, entonces no podemos arriesgar al resto de nuestros príncipes a que sufran el mismo destino que sus hermanos.

Aquellas palabras golpearon al regente como un puñal.

De forma inconsciente, los medicos ya habían dado su veredicto, incluso si decían que lo seguirían intentando... El hecho de que hablar de sus hijos como si ambos ya hubieran muerto, le dio una idea sobre cuál era el siguiente paso en las memorias de su vida.

Y eso le rompió el corazón.

—La Sultana Hatice también debe irse —intervino Beyhan— según lo explicó el medico, dos mujeres dentro de Harem murieron con síntomas similares y ambas estaban embarazadas, no hay que arriesgar a mi hermana.

Suleiman tomó aire, tratando de pensar en qué decir... Despachar a  sus  hijos, alejarlos de Constantinopla significaba alejarlos también de Estambul, lo que a su vez significaba que no vería a sus amados hijos quizás en mucho tiempo.

Como si su tristeza no fuera ya suficiente...

—Beyhan, ordena a los vasallos que empaquen todo lo de mi familia, los niños, Hürrem y Hatice se irán con tus hijos a Smederevo.

—Adalet ya se está encargando de los preparativos del viaje, mi señor —respondió ella con voz monótona— solo estábamos esperando su aprobación, ya que la Sultana Hürrem se niega a irse sin que usted se lo ordene —esas últimas palabras fueron casi escupidas de sus labios.