Recuperación

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—¡Cerem! —fue lo último que escuchó antes de caer inconsciente.

Sabía que era la voz de la Daye quien le pedía que despertara, pero no deseaba hacerlo,  su corazón dolía y estaba muy cansada, además... Mustafá no respiraba, lo pido sentir en cuanto lo cargó, su pequeño príncipe ya no respiraba y eso le quitaba todo el sentido a seguir en ese palacio.  

—Cerem, vamos Cerem debes despertar.

—¿Mi Sultana? —la expresión sonriente de la mujer terminó por despertar a la menor— ¿Que-? ¿Donde... Donde estoy? —las lágrimas fluían como cascadas al recordar todo lo que había pasado.

—Ahora estamos en un mejor lugar —dijo de forma ambigua— has hecho un gran trabajo hasta ahora pequeña, pero no debes atormentarte por mi, yo estoy realmente feliz, no estoy sola y siento paz.

—Así es, Cerem —intervino Gulsah— todas estamos bien —la mujer traía consigo un pequeño bulto en sus brazos que supo identificar en seguida, pues era un secreto que se llevaría a la tumba, el secreto sobre el embarazo de su difunta Sultana.

—¿Dónde está...? —preguntó inquieta.

Mahidevran hizo un para señalar a un lado de la cama en la es que ella estaba sentada dejando ver que pequeño niño yacía dormido.

—Ah... —un quejido involuntario salió de sus labios.

—Lo has hecho bien, ahora puedes descansar... Él volverá y nosotras lo esperaremos aquí pues en algunos años vendrá, pero tu en cambio puedes elegir, sé que estás cansada y que tu corazón duele por tan solo latir así qu-

—Si me quedo... Mustafá vivirá una vida llena de soledad y guerra, no puedo quedarme —refutó segura.

—Mahidevran suspiró— sabía que dirías eso, pero me temo que te quedarán un poco más con nosotras, tu cuerpo se dañó más de lo que crees.

—Estoy bien con eso...

—Su Majestad —Ibrahim entró a la habitación en donde se encontraba el hombre junto a su amante y su segundo hijo

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—Su Majestad —Ibrahim entró a la habitación en donde se encontraba el hombre junto a su amante y su segundo hijo.

—El príncipe Mustafá lo logró —exclamó lleno de alegría.

Eso hizo que el humor del regente volviera.

—Bien, iré con él en un momento —Suleiman extendió su mano hacia Hürrem— ¿Me acompañas mi amor? —la pelirroja asintió tomando a su hijo en brazos para dirigirse a los aposentos del mayor de los hijos.

—Gracias a Allah no ha habido un daño muy grave en sus habilidades motrices, sin embargo, aun le cuesta respirar, sus pulmones se escuchan obstruidos pues antes del incidente tenia gripa, así que lo más probable es que eso ponga en juego su recuperación, lamento no poder ayudarlo más.

El regente no dijo nada y en cambio se acercó a la cuna de su hijo quien después de haberse levantado lloraba lleno de hambre e incomodidad, el niño que por ahora respiraba por la boca no era capaz de tomar su leche debido a la desesperación que le causaba la falta de aire.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora