Llegada

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—Querido hijo —la mujer abrazó al hombre con anhelo, el hombre la recibió con alegría  al igual que a su hermana y a Gülfem, ignorando por completo a Victoria que no tuvo mas remedio que aguantar la humillación.

—¿Dónde está Hürrem?

—Está en aislamiento, ha dado a luz a una hermosa y saludable niña —ante esas palabras Victoria no pudo evitar sonreír.

—Iré a verla en un rato, ahora quiero descansar —una sirvienta entró a la habitación junto a Mustafá y Mehmed, el menor de los hermanos sonrió alegre ante la llegada de su padre a diferencia del mayor quien mantenía una expresión de tristeza perpetua a pesar de la llegada de su propia sangre— ¿Dónde está Cerem? —el no ver a la concubina junto a su hijo aumento la preocupación que sentía al pensar en sus heridas.

—Ella está bien, le he dado unos días libres para que se recupere.

—Es una exagerada —intervino Hatice— ya está totalmente sana según la medico, pero se niega a levantarse de la cama, solo trata de llamar la atención.

Con una expresión calmada el hombre solo asintió sin querer reprender a su hermana a pesar de estar en total desacuerdo con sus palabras, no creía que la muchacha hubiese cambiad tanto al llegar al concubinato y de hacerlo tenía la certeza de que no dejaría a Mustafá de lado.

Tal vez su madre trataba de restarle importancia a la situación de Cerem...

—¿Dónde está Ibrahim?

—Debe estar en sus aposentos, mande a que un sirviente viniera a traerlo.

—No es necesario, yo iré por el, tengo que ponerme al corriente de la situación del palacio ante de la fiesta que seguro quieres organizar, madre —la mujer sonrió en un asentimiento— lo veré mas tarde.

—Le diré a Hürrem que irás a visitarla luego.

—Hablaré contigo mas tarde Hatice... Es sobre tu matrimonio —la expresión de alegría se fue por completo junto a las palabras del Sultán quien notó la reacción inmediatamente.

Sin mas que decir salió del lugar dándole un ultimo abrazo a sus hijos.

—¿Ibrahim? —llamó sin tener respuesta— Ibrahim —repitió en un tono mas alto

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—¿Ibrahim? —llamó sin tener respuesta— Ibrahim —repitió en un tono mas alto.

El hombre yacía dormido en una pila de pergaminos, la tinta manchaba sus manos y parte de su rostro por lo que Suleiman dedujo que inconscientemente había tocado su cara entre sueños. La imagen no hizo mas que causarle gracia y a su vez le hizo recordar la propia expresión de Cerem la vez que ambos pasaron juntos la noche.

—¡Ibrahim Pasha! —exclamó haciendo que el  hombre despertara en un salto de impresión provocándole una carcajada ante la expresión desubicada de su amigo.

—¡Su majestad! —el Pasha trató de ponerse rápidamente en pie mareándose en el proceso— yo...

—Te ves cansado, supongo que estos meses no han sido sencillos.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora