Ilusiones abandonadas

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Mustafá salió de sus clases a paso apresurado, encontrándose en los jardines con su tío y padre quienes los esperaban listos para salir a cabalgar juntos, esa fue la primera de muchas otras  ocasiones en donde los tres se reunieron para hacer algo  en conjunto.

Poco a poco el lazo entre Mustafá y su padre se fue afianzando, claro que esto gracias a la  ayuda e intervención de Ibrahim, quien seguía teniendo una fuerte influencia en los pensamientos y acciones del pequeño príncipe.

Como en muchas otras tardes lo tres salieron a cabalgar dejando a la Sultana sola con su trabajo, uno que ella estaba mas que encantada de realizas, pues era una buena excusa para alejarse de todo aquello que implicara los preparativos para su cumpleaños, uno que ella no deseaba celebrar en un primer lugar.

Para Cerem, esa fecha nunca había significado algo bueno, pues siempre había estado rodeada por la tristeza que implicaban los buenos recuerdos.

Incluso cuando cuando años atrás creyó que esta fecha podría significar algo mas que melancolía, ese mismo recuerdo se volvió melancólico por sí mismo.

"El siguiente año celebraremos juntos, lo prometo"

—Mentiroso —murmuró para si misma.

Cada vez que pensaba que había dejado a Suleiman en el pasado, algo hacía el hombre para volver a ella, siempre dejándola en el momento mas angustiosos posible.

—'Pudiste quedarte en Estambul...' —pensó dando un largo suspiro.

El cansancio la abatió junto a las habituales nauseas que conllevaba la falta de comida y sueño, aquellas ganas de vomitar eran comunes para ella en este punto, las había sufrido toda su vida debido a su poca alimentación y sus grandes cargas de trabajo, pero estas ahora se intensificaban cada vez que Suleiman estaba cerca, o a veces, solo necesitaba pensar en el para sentir como su estomago se revolvía.

Incluso su cuerpo comenzaba a rechazarlo.

—'Debo salir de aquí' —pensó dejando sus documentos de lado.

Cansada por la culpa que sentía la mujer se dirigió a su pequeña sala de descanso, esperando sentirse mejor una vez su mente se distrajera.

—Sultana... —la voz suave y acogedora de Arturo la recibió.

—No sabía que estaba aquí, me retiro.

—¡Espere! —pidió con cierto desespero— por favor hablemos un poco... Hace un tiempo que no lo hacemos.

—'Solo han pasado unas semanas' —pensó con cierta gracia— no creo que sea prudente, mi esposo podría-

—Él no es su esposo —aseguró— solo es su Sultán ¿No es así? —preguntó ahora inseguro de sus palabras.

—Eso no es de su incumbencia —respondió cansada.

No deseaba darle explicaciones a Arturo y tampoco deseaba una pelea con el Sultán debido a un malentendido. En momentos como eso solo anhelaba un abrazo alejado de cualquier pregunta o reproche, pero algo en el ambiente de decía que no conseguiría su objetivo.

—Mi señora... Ambos sabemos que- Ambos sabemos que... We both know you do not love him... —sus palabras se arrastraron con cierto ápice  de esperanza por recibir una respuesta afirmativa— You are only with him because it was ordained by others, my lady, we both know that had we not been interrupted that day, another story would have been the one we would be telling before God.

—And yet, it wouldn't change anything —respondió insegura.

—Changes all —aseguró— Cerem, come with me, let's run away from here together, my family will receive you and even if they don't I don't care, I only care about being with you. Please give me the chance to offer you a new beginning.

La mujer tomó aire, aquella propuesta la tomó desprevenida. La idea  de un comienzo alejado de todo el dolor y la pena que le había causado su estadía en aquel Imperio, su anhelada libertad y  el sueño de comenzar una vida junto al hombre que creía amar eran tentadoras por su misma.

Pero el peso de dejar a su hermano y a su gente le impidieron ser egoísta.

—Lord Arthur... My feelings towards you do not change, but my circumstances have, my husband is in the palace, my son too and the guilt begins to eat away at me, I cannot be selfish, I cannot only think about what I want.

—Deserves to be egoistic —las manos del hombre tomaron las de la mujer— you have taken care of a son who is not of your blood, you have stood by a man who swears to love you while he gives your place to another woman, you take care of a people who are not yours and you participate in a religion that was imposed on you, you are not happy.... You deserve to be egoistic.

—Mustafá is my son —aseguró con firmeza.

—You feel that way because you have taken care of him, but that child belongs to another woman, one who is not even the wife that this man recognizes today —aseveró con condescendencia— you need to leave him and all those who claim to be your family behind. Those same ones who, when they need you, treat you like a servant.

Cerem apartó sus manos de las del hombre totalmente furiosa— I don't need to have my son's blood to be his mother, my brother and I don't need to share mother and father to be family... And if you are not able to understand my love for the people and the people around me, then I fear that my heart has not known how to choose.

—Ese no es el caso, me has malinterpretado.

—No, usted me ha malinterpretado a mi, si cree por siquiera un instante que dejare a mi hijo para ir con usted a un nuevo país está severamente equivocado.

—Puede llevarlo, encontraré  la manera de sacarlos a los dos  —Arturo trató de tomar las manos de Cerem una vez mas pero esta lo apartó con severidad— Cerem, el no es tu sangre, solo lo amas porque así te lo impusieron, debes entenderlo.

—Las madres somos ciegas cuando se trata de nuestro hijos —respondió.

Las voz de Cerem dejó de expresar emociones, su postura se volvió rígida y sus mirada antes dócil y anhelante se tornó hostil, por un momento Arturo vio a un león frente a él y no a una mujer que apenas lograba llegar a su pecho.

 —Mi señora-

—He sido tonta al pensar que usted entendería mis circunstancias... —Cerem ignoró la opresión en su pecho y el nudo en su garganta— al fina y all cabo usted es un hombre que jamás ha tenido que vivir desgracias.

—No des por sentado que mi vida ha sido sencilla...

—No de por sentado que mi juicio esta nublado —contraatacó— mi hijo ha sido lo único que me ha mantenido de pie en este infierno, no ha sido la fe a uno de sus amados Dioses, no ha sido la comida o la compañía, ha sido Mustafá, él y mi hermano son lo mas importante para mi, y si no puede entender eso entonces no me conoce como cree.

—Querida, eso es lo que te han hecho pensar —aquella condescendencia comenzaba a enfermarla— pero si deseas llevarlos contigo, yo veré la forma de lograrlo —aseguró decidido— Cerem, te amo, no me importa que hayas pertenecido a otro hombre, no mi importa tu estatus o pasado, solo me importa el presente en el que estamos tu y yo y el futuro que nos aguarda juntos.

—No lo entiende ¿Verdad? —preguntó dejando que su voz filtrara la tristeza que sentía su corazón— no existe tal futuro, no existe un nosotros y jamás debimos pensar que existiría.

El corazón de Arturo palpitó dolorosamente.

—Es ingenuo pensar que si salimos de aquí habrá algo mejor esperándonos fuera, incluso si llegáramos a su país, yo no sería aceptada, pues no soy una noble y para colmo de males, soy una mujer que  ya fue tomada por otro hombre, una mujer con un hijo al que no planeo dejar atrás.

—Hallaremos la forma yo-

—Olvide ese sueño señor... Se lo ruego —hablo dolorosamente— deje atrás ese sentimiento tonto y tome e siguiente barco que vaya a Inglaterra, su familia lo espera.



El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora