Arrepentimiento

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"Esa madrugada, decidido a todo, la tomé fuertemente
de la muñeca y la miré cara a cara.
No había idioma alguno en que pudiera hablarle.
Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y
pronto estuvo desnuda sobre mi cama"

—¿Dónde está Ibrahim?

—Junto al príncipe en el jardín.

—¿Y Cerem?

—La Sultana está dormida en los aposentos de la Sultana Beyhan... Está muy cansada —el sirviente no deseaba ir a despertar a su Sultana, no despues de verla tan cansada, así que esperaba que sus palabras sirvieran de algo.

—Retírate —el hombre asintió y se fue del lugar.

Cerem no había aparecido ante él durante los últimos tres días y él orgulloso cual Sultán no fue a buscarla ni siquiera una vez. Estaba agobiado, deseaba encontrar una excusa que justificara sus actos, pero entre mas pensaba mas eran las voces que lo acusaban debido a su comportamiento. En soledad el hombre salió al balcón en busca de un poco de aire y paz. 

—¡Ah! ¡NOOOO! —él gritó divertido de su primogénito llamó su atención.

—¡Ire por usted! No se saldrá con la suya —Mustafá corría tratando de escapar de Ibrahim, pero todo fue inútil pues el Visir lo atrapó rápidamente— ¡AJA! —el niño cedió ante las cosquillas del Pasha.

Ambos se miraban cercanos... Quizás demasiado.

Suleiman seguía sobrando dentro del retrato familiar.

...

El desayuno era silencioso, solo estaban Adalet, Habbad y sus sobrinos, algo extraño pues según las palabras de Ibrahim, en Constantinopla todos acostumbraban a comer juntos el desayuno.

—¿Dónde está Cerem? —preguntó al ver que la mujer no aparecía para desayunar.

—Cerem Hatún está enferma —respondió Maria— ha pedido que por favor perdonen su ausencia.

—¿Ibrahim?

—También pidió que lo excusaran, comió hace unas horas y no tiene hambre.

Suleiman se levantó de su asiento, era obvio que la mujer seguía molesta y por eso no iba a desayunar, pero no esperaba que el Pasha la solapara de una forma tan obvia. No iba a permitirlo...

—Mgh —los quejidos de la mujer se ahogaban en las almohadas.

—Shh, debes calmarte, dolerá menos en unos minutos —Ibrahim sostenía su mano con fuerza, su rostro estaba pálido, era obvio que su hermana sufría, pero él no podía hacer nada.

El dolor en el vientre de Cerem iba aumentando, la incomodidad en sus piernas había pasado a  una fuerte punzada que lo le permitía ni siquiera sentarse en la cama, eso junto a la fiebre le causaba un gran malestar.

Suleiman se tragó todo su enojo al ver la situación.

—Ibrahim —la mirada de su Pasha estaba llena de reclamos que jamás escucharía.

—Está dormida, pero la fiebre sigue en aumento desde ayer.

—Hay que llamar a la medico.

—Cerem no quiere ver a nadie, está así desde ayer en la noche, las sirvientas la encontraron desmayada debido a la fiebre en la cama de Mustafá, por suerte mi sobrino seguía dormido.

—Es una simple fiebre... No es necesario —su voz rogaba por que sus palabras fueran escuchadas, no deseaba ver a un hombre  extraño entre sus piernas, ya había tenido suficiente de aquello.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora