Tus gustos

3.7K 444 7
                                    


—Madre, madre ¡Atrápame! —el jardín se llenaba de risas nuevamente.

Los sirvientes miraban alegres la bonita y ya no tan cotidiana escena. La Sultana corría tras su hijo mientras éste en brazos de Ibrahim gritaba retando a su madre. Malkocoglu solo podía sonreír junto a Maria, ambos contentos por la recuperación de su Sultana quien parecía sonreír como era su costumbre.

 —Oh mi pequeño Mustafá —repentinamente la mujer cayó al suelo fingiendo dolor.

Asustados Ibrahim y Mustafá se acercaron para socorrerla, pero una vez estuvieron lo suficientemente cerca, la mujer se levantó de forma repentina y gritó buscando asustarlos.

—¡Ah! —Mustafá se vio atrapado por los brazos de su madre quien sin darle tiempo a nada rodó con el por el pasto.

—Allah, casi muero del susto —murmuró Habbad tocando su pecho.

Adalet solo pudo reír ante las palabras de su marido, ella junto a Beyhan tomaban algo de jugo en la sombra, escondidas del feroz sol de la mañana.

—Malkocoglu ¡Ayúdame! —gritó el niño tratando de zafarse del agarre de su madre.

—No puedo mi príncipe, temo que estoy convaleciente —se excusó tocando su corazón.

—¡Yo lo salvaré! —exclamó Maria quitándose los zapatos.

Desde el balcón, Suleiman pudo observar como la sirvienta mas fiel a Cerem corría tras ella mientras su concubina mantenía en brazos a su hijo quien reía alegre por la persecución. Alrededor de los jardines varios sirvientes se habían reunido para mirar aquel paisaje y hablar entre ellos, todo con el permiso de la mujer que dirigía aquel palacio.

Cerem, su querida Cerem corría en el pasto sin zapatos que resguardaran sus pies, sus prendas eran muy sueltas y poco lujosas, sus joyas constaban de solo un par de discretos aretes y lo único que prevalecía el la tela que cubría su precioso cabello.

No había protocolo alguno, mas que parecer una Sultana, la mujer parecía una simple mujer divirtiéndose con su hijo. Aquella imagen, aquellas risas, el alboroto familiar se comenzaba a volver cotidiano para él.

Una mañana Cerem se levantó de la cama sin que él lo supiera y cuando menos supo, la mujer había retomado su rutina cotidiana, como si nada hubiera pasado, como si él no existiera. Ella reia, comía, jugaba, cantaba y hacía sus deberes, siempre ignorando su presencia, como si fuera un fantasma y no el Sultán.

Y no pudo hacer nada para detenerla, solo se alejó y no porque fuera un cobarde, simplemente sabía que era lo mejor, con el paso de los días dejó de ir a su habitación a verla dormir y procuró no estar en un lugar si sabía que ella estaría allí, porque deseaba darle su espacio, pero era demasiado egoísta como para irse sin más.

Quería aprovechar el tiempo que aún le quedaba, deseaba verla sonreír un poco más antes de partir.

Quería aprovechar el tiempo que aún le quedaba, deseaba verla sonreír un poco más antes de partir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora