Arzú pt.1

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Cuando Cerem despertó, el sol del mediodía comenzaba su descenso, pero las nubes de lluvia seguían intactas sobre el pueblo de Constantinopla, como si estas advirtieran de una catástrofe.

Mustafá seguía dormido a su lado, el niño prevalecía con una expresión pacífica y cómoda, con ligeras bolsas bajo sus ojos y una ligera hinchazón debido al llanto. La castaña al ver la escena no pudo evitar el impulso de besar la frente de su amado hijo antes de abandonar la cama y comenzar a alistarse.

—Aysun, Ece, por favor ayudenme a prepararme, pidió amablemente —de su baúl, las sirvientas sacaron los vestidos de telas mas finas y los velos mas hermosos, acompañandolo de joyas que Cerem rechazó casi inmediatamente— no cambiaré mi forma de vestir solo porque esas mujeres se creen superiores solo por un par de trajes ostentosos —explicó— pero si tanto es su afán de arreglarme, les permitiré elegir algo bonito para mi hoy, pero nada extravagante, no hay nada que celebrar y este palacio es modesto.

—Si Sultana —respondieron las dos con sonrisas complacidas.

Cerem observó con detenimiento el aspecto de sus criadas mas cercanas, ambas vestían con hermosos trajes que ella le había regalado tiempo atrás, pero lo que mas llamó su atención fue el hermoso collar que colgaba del cuello de Aysun... El mismo que años atrás casi le cuesta la vida a ella y a Mustafá.

—Aysun ¿Por qué llevas puesto ese collar? —preguntó.

—Estamos cerca de las fiestas de cosecha mi señora, y creí que sería una buena ocasión para sacar a relucir el collar que me regaló el Sultán —la Sultana arqueó una ceja incrédula.

Ese collar había sido entregado a su sirvienta un par de años atrás, cuando ambas aún vivían dentro del palacio de Estambul, y se le había otorgado como agradecimiento por su ayuda hacía Cerem, tan solo momentos despues de haber sido hallado en uno de los jarrones del cuarto de las favoritas. La entrega de esa simple alhaja significó una advertencia clara para las mujeres que sobrevivieron al incidente.

"Cerem es intocable"

—Si... —murmuró— supongo que es una buena ocasión —para Cerem las intenciones de su amiga fueron tan claras como el agua del río, pero no quiso intervenir.

Pronto la castaña fue peinada, perfumada y vestida con un fino traje típico de la fría provincia de constantinopla, su velo fue adornado con una hermosa tiara de zafiros que combinaba perfectamente con el collar que el Sultán había hecho para ella.

—Bien, ya es hora de salir, gracias a ambas por su ayuda.

Sin mas que decir la mujer caminó fuera de sus aposentos dispuesta a acompañar a la familia del Sultán en la segunda comida del día.

—Si no se siente bien, podemos faltar al almuerzo y pedir algo para usted y los niños en sus aposentos —ofreció Ibrahim mientras extendía su pañuelo hacia la mejilla de la Sultana

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—Si no se siente bien, podemos faltar al almuerzo y pedir algo para usted y los niños en sus aposentos —ofreció Ibrahim mientras extendía su pañuelo hacia la mejilla de la Sultana.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora