Sangre

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Hürrem lloraba ante la imagen de las cunas vacías de sus hijos, la mujer no tomaba importancia a su propia herida en la cabeza, solo buscaba a sus hijos, quienes parecían haber sido tragados por la tierra.

—¡Dios! —la mujer salió de la habitación gritando el nombre de su propia sangre esperando encontrarlos.

—¡Sultana Hürrem! —la concubina se acercó a ella con el mismo nivel de pánico.

—¡¿Has visto a mis hijos?! ¡¿Donde están mis hijos Cerem?! —preguntó con esperanza de tener una respuesta.

—No, Sultana —contestó apagada— Mustafá  tampoco está, una mujer se lo llevó, los guardias lo están buscando pero- —la imagen  del jardín pasó por la mente de la concubina quien recordaba haber visto arboles que durante invierno escondían una salida que no era custodiada por los guardias— se donde pueden estar —susurró comenzando a correr.

—Cerem ¡Espérame! —la rusa no tardón en comenzar a correr tras la concubina con la esperanza de hallar a sus hijos.

Un largo recorrido las dejó sin aliento, pero la luna pareció ponerse de su lado al iluminas aquel boscoso camino lleno de piedras y raíces.

—¡AH! —gritó Hürrem al caer debido a unas ramas enredadas en sus pies.

—Sultana, debe volver, avise al Pasha y al Sultán —pidió Cerem levantándola.

—Ni hablar, buscaré a mis hijos, no importa lo que cueste —afirmó siguiendo su camino.

—¡Apresúrate! 

—Estas ramas no me dejan avanzar —refutó la otra mujer mientras el niño en sus brazos lloraba intensamente.

Dos hombres y una mujer custodiaban a la descendencia del Sultan quienes inquietos trataban de volver a los brazos de sus madres a base de llanto descontrolados.

—¡Hagan silencio! —gritó el hombre zarandeando al primogénito quien ante el brusco arrebato lloró aún mas fuerte.

—¡Mehmed, Mihrimah! 

Hürrem se tiró contra uno de los hombres desde la espalda el hombre trató inútilmente de zafarse del agarre de la mujer, cuando su socio trató de ayudarlo sacando su espada fue sorprendido por el golpe de la concubina quien sin temor golpeó su cuello y cabeza en repetidas ocasiones hasta que el palo de la antorcha se rompió.

El hombre ya no se movía y la muchacha podía sentir como un líquido corría por sus pies, Hürrem había logrado tumbar al otro hombre que llevaba en brazos a Mehmed, la mujer por otro lado aprovechó el disturbio para correr con Mustafá y Mihrima en brazos.

—¡Mustafá! —gritó Cerem.

—¡Mihrima! ¡Mi bebé! —ambas mujeres corrieron sin notar el fuego que comenzaba a propagarse a través de las hojas secas.

Las mujeres del Sultán corrieron en busca de la mujer hasta que despues de un corto recorrido encontraron a Mihrima tirada entre algunas hojas.

—¡Vuelva al palacio!

—¡Claro que no, aun falta Mustafá! —con algo de dificultad la mujer siguió el paso de  la concubina, cuando encontraron a la sirvienta Cerem corrió al rescate de su hijo mientras Hürrem en busca de ayuda dejó a sus hijos escondidos entre algunas hojas y tomó una enorme piedra...

Cerem tenía una clara desventaja, su cuerpo no estaba en condiciones óptimas y eso junto a la falta de aliento la llevó a casi perder contra ella, hasta que sin previo aviso una pesada piedra impactó contra la cabeza de la mujer rompiendo su cráneo.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora