Advertencias sensatas

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—Madre...

—Madre Sultana.

La servidumbre, las concubinas y las Sultanas se inclinaron en señal de respeto, la mujer  miró a todas sin decir palabra alguna y se acercó a su hija quien ahora observaba los ojos de su madre envueltos en disgusto por su actitud hacia la concubina.

—Cerem, lleva a Mustafá a bañarse ya despues hablaré contigo —la muchacha salió de la habitación tan rápido como le fue posible— ustedes  dos, vengan conmigo ahora.

El par siguió a la mujer por todo el palacio hasta  llegar a sus aposentos, ninguna habló, la mujer no les dio la oportunidad de hacerlo, en cambio las mantuvo sentadas en silencio mientras daba ordenes silenciosas a su Daye quien salió de la habitación con una expresión nerviosa.

—Madre Sultana...

—Siéntate Cerem —la joven recibió miradas afiladas por parte de las Sultanas, pero esto solo logró incomodarla pues la preocupación de separarse de Mustafá era aún mas grande que cualquier amenaza posible.

—Madre Sultana.

La Daye entró a la habitación junto a Victoria quien lucía un vestido simple y con colores despojados de toda vida, su cara estaba demacrada, sus mejillas ahora estaban hundidas y sus ojos eran pequeños a comparación de las ojeras y lo que antes era un cabello fino ahora no era más que un nido de pájaros mal hecho.

—Siéntate Victoria.

Las  cuatro  mujeres estaban merced del mandato de la que era la mujer mas importante dentro de Harem, todas con un expectativa diferente, esperando a que la Sultana se pusiera de su lado.

—El Sultán ha ido a la guerra, Ibrahim está a cargo del palacio pero yo soy quien maneja este harem, y por eso no permitiré que la paz se vea perturbada por ustedes cuatro.

—Madre yo-

—¡No me interrumpas! —la voz firme hizo callar a Hatice— no ha  pasado mas de un día desde que mi hijo partió a la guerra y ya se comportan como arpías, ustedes, que son el ejemplo actúan como perras rabiosas en busca de un pelea por comida ¡¿Tienen algo de conciencia?! —preguntó mirando a su hija y nuera.

—Madre Sultana, Cerem se ha metido a los ojos del Sultán y está siendo arrogante, su comportamiento no es diferente al de Victoria y ya vimos cómo terminó ¿Cómo puede defenderla? —preguntó Hürrem inconforme— y aún peor, nos regaña frente a ellas, a nosotras que somos parte de su dinastía nos está humillando para ser la  burla de las criadas.

—¿La estoy defendiendo? No te confundas Hürrem, señalar tu errores no es una defensa, es un golpe de realidad, algo que pareces necesitar con urgencia, eres la única madre de los hijos del Sultán y te rebajas a  pelear con simples concubinas, y aún peor, arrastras a mi hija a tus arrebatos, no estoy del lado de Cerem, pero tampoco estoy de tu lado, el día en que comiences a mostrarte como alguien digna de respeto entonces te aceptaré, pero antes de eso, ante mis ojos no eres mas que Cerem o que Victoria.

Las palabras hicieron hervir la sangre de la pelirroja quien no dudó en salir de la habitación. Hatice despues de dudarlo también se levantó dispuesta a seguir a su amiga.

—¡¿A donde crees que vas?! 

—¿Acaso no me has humillado lo suficiente ya? —despues de decir eso salió sin mirar atrás.

Ahora sola con las concubinas la madre Sultana no tuvo mas  opción que suspirar cansada y lanzar una advertencia clara.

—Cerem, si vuelvo a verte pelear con Hatice  o Hürrem haré que te encierren como a un perro por siete días y siete noches.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora