Esfuerzo pt. 2

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Esto era nuevo para él.

No acostumbraba a despertar junto a Cerem, esos casos eran realmente pocos, se atrevía a decir que en los últimos tres años podía contar con una sola mano las veces en las que logró ver a la mujer dormir a su lado.

Y no porque no durmieran juntos, de hecho, en esta que era su tercera visitas, Suleiman apenas y visitaba sus propios aposentos a la hora de dormir, pero aún así su escurridiza esposa siempre lograba zafarse de sus brazos en la mañana y por alguna extraña razón, él siempre era el ultimo en llegar al desayuno familiar —a pesar de que se levantaba tan solo una hora despues de la llegada del sol—.

—Cerem —llamó en un susurro tratando de despertar a su mujer— Cerem, es hora de despertar —volvió a hablar.

La Sultana y regente de Constantinopla se removió entre sus cálidas sábanas, Suleiman quiso reír, pero antes de poder siquiera hacer una expresión un manotazo lo sacó de cualquier acción que hubiese querido hacer.

Silencio —la escuchó murmurar en un idioma que al principio no reconoció.

—Español —dijo para sí mismo recordando aquellas ocasiones en donde la escuchó hablar aquel idioma al tiempo en que traducía las cartas— eres hermosa e inteligente, ¿Que mas puedo pedir?

—¡Silencio!  —exclamó la mujer aún con los ojos cerrados.

Sin previo aviso una almohada bloqueó su vista, su esposa lo había atacado con un cojín... Ibrahim se enfermaría de tanto reír una vez supiera de esto. 

—Al fin has llegado —regañó Ibrahim viendo a su hermana tomar asiento a su lado— ¿Las sábanas se pegaron a tu cuerpo?

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—Al fin has llegado —regañó Ibrahim viendo a su hermana tomar asiento a su lado— ¿Las sábanas se pegaron a tu cuerpo?

—Ibrahim, calla —pidió en tono severo.

—¿Por que estas-?  —las puertas se abrieron una vez mas dejando ver al Sultán quien como era  costumbre era el ultimo en llegar al comedor.

Ibrahim los miró a ambos con cierto recelo, pero aquella mirada de intriga se disolvió un par de minutos despues al notar las ojeras bajo los ojos de ambos, además del obvio intento de su hermana por evitar a toda costa la mirada persistente que lanzaba Suleiman.

—Ibrahim —llamó Beyhan— ¿Me pasa la sal por favor?

Cuando ambos se miraron compartieron casi de inmediato una mirada cómplice y curiosa.

—Cuñada, ¿Como te fue en la reunión?

—Bien, hoy seguiremos con ella así que lamento no poder acompañarte en los  preparativos de la fiesta.

—¿Como vio el panorama Sultan? —preguntó el Visir.

—Cerem sabe manejar este estado con gran astucia, también me ha demostrado ser justa, no cabe duda que ella es mas que merecedora de su cargo.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora