Fatiga

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Los desmayos no eran poco comunes para Cerem. 

Ser madre y regente de una provincia en ruinas eran trabajos que tomaban toda su energía, así que desde que llegó, siempre fue común tanto para ella como para sus sirvientes el presenciar o sufrir uno que otro desfallecimiento repentino.  

La falta de apetito o el repentino crecimiento del mismo también eran comunes... Las fiebres, el vómito, e incluso el subir de peso.

Nada fue realmente extraño para ella, sus sirvientes estaban mas que felices al verla engordar y comer correctamente y Cerem solo estaba contenta por el placer que le causaba volver a disfrutar de la comida.

Entonces nunca sospecharon.

De haberlo sabido quizás habría tomado algo...

—Mi Sultana... —la medico parecía incapaz de hablar o mirarla— yo... Lamento no haberlo notado antes, yo- —la mujer se inclinó.

—Habla de una buena vez —pidió la Sultana cansada, sin su habitual cordialidad.

Cerem estaba cansada; deseaba volver con su hijo, no quería volver a dormir, sus propios dolores y pesares pasaban a segundo plano cuando estaba consciente, pues la idea de que su hijo pasara por su calvario en soledad la hacía sentir peor que cualquier malestar físico pasajero.

—Mi señora usted está embarazada —aquellas palabras dejaron sin aliento a todos en la habitación.

Ibrahim quien sostenía la mano de su hermana, sintió como sus piernas comenzaron a temblar de un instante a otro. La noticia que, en cualquier otro contexto hubiera sido causa de alegría absoluta, ahora estaba ennegrecida con las muchas otras preocupaciones y sentimientos que los rodeaban.

Beyhan miró a su cuñada fijamente durante mucho tiempo, su mirada pasó de su rostro a su vientre y a pesar de observar el panorama mas veces de la que pudo contar, su incredulidad y escepticismo siguió siendo la misma.

¿Como? Se preguntaron todos en la habitación.

Si bien Cerem había engordado un poco, no era ni siquiera similar a la figura que tendría una mujer embarazada, seguía siendo delgada, su figura ahora podía ser comparable a la de Adalet o la propia Hürrem. La única razón por la que antes se había bromeado con su peso era debido a que Cerem había sido siempre demasiado delgada.

—¿Cuantos...? —Habbad Pasha movió los labios un par de veces sin emitir sonido antes de volver a reformular la pregunta— ¿Cuántos meses tienes?

—Según lo que veo... La Sultana tiene alrededor de seis o siete meses, la  razón por la que su vientre no es tan pronunciado es porque el bebé puede estar en una posición cercana a la espalda de nuestra señora... —la mujer soltó un tembloroso suspiro— es poco común pero he visto algunos casos, incluso en mi familia es algo normal, observando a la Sultana Cerem, tengo la seguridad de que ella pasa por lo mismo.

La poca fuerza mental de Cerem pareció desvanecerse al escuchar la noticia pues despues de procesar las supuestas "buenas nuevas" la mujer simplemente se desmayó.

Nadie en la sala se asustó... Estaban terriblemente acostumbrados a estos desvanecimientos esporádicos, mas ahora con la situación actual de Mustafá y la poca iniciativa de Cerem por cuidar de sí misma. 

—Gran Visir —la medico se dirigió al hombre directamente, a sabiendas de que él era el único familiar a la que su Sultana consideraba de total confianza— el embarazo de la señora es muy delicado —advirtió— debido a la ignorancia en la que hemos vivido durante los últimos meses, los cuidados necesarios con respecto a comidas y actividades físicas no han sido tomadas en cuenta hasta ahora y temo que eso tenga alguna repercusión en el nuevo príncipe y... En la propia Sultana Cerem.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora