Orgullo

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Suleiman escuchó todo sin decir palabra alguno, sintiendo por momentos impotencia y en otros la ofensa de que su Pasha más cercano desconfiara de él hasta el punto de pensar firmemente  en que lo reemplazaría ante el más mínimo error.

Su mente viajaba entre pensamientos ante todo lo que escuchaba, él como la castaña se esmeraba en cuidar del Pasha de la misma forma en la que cuidaba de su hijo y como Ibrahim aceptaba las palabras de consuelo de la joven de forma tranquila, ambos hablaban tan cómodamente entre ellos que por momentos solo quiso alejarse.

—Sultán —la voz de Hatice lo sacó de sus pensamientos y a su vez alertó a las personas dentro de la habitación.

 —Hatice, ¿Que haces aquí?

—Yo... —la mujer no supo qué decir.

—Estábamos dando un paseo rumbo al jardín, pero al hablar perdimos el sentido de orientación y terminamos en este lado del palacio  —se excusó Hürrem.

—Bien, sigan su camino, yo tengo que hablar con Ibrahim Pasha —Hatice se apresuró a inclinarse agradecida por la intervención de Hürrem mientras la misma fruncía el ceño por las palabras del hombre.

—Si el Sultán tiene algo que hablar con el Pasha no sería mejor que lo llame —Suleiman sonrió.

—Eso no es siempre necesario —aclaró tocando la mejilla de la mujer— sigan su camino, el día es precioso para una caminata por los jardines.

—Si su majestad, ya vámonos Hürrem —pidió Hatice arrastrando a la concubina lejos de la vista de su hermano mientras la misma aún replicaba.

Nuevamente solo frente a la puerta el hombre suspiró rendido sabiendo que dentro ya estaban advertidos de su presencia y que ahora no había forma de irse del lugar sin antes entrar a aquella habitación.

Al entrar la imagen que lo que lo presidió fue una reverencia por parte de la sirvienta y su Pasha quienes mantuvieron su mirada fija en el suelo.

—¿No deberías estar junto a Mustafá?

—La madre Sultana me ha dado el día libre y el príncipe Mustafá está bajo su cuidado.

—¿Por qué estás aquí?

—Vine a traerle algo de comer a Ibrahim Pasha.

—Retírate, después hablaré contigo —la muchacha tembló ante el tono con que fue lanzado lo dicho pero no quiso irse en un principio por temor a lo que le pasaría al Pasha así  que desvió su mirada hacia el hombre quien con un asentimiento le hizo entender que lo mejor era que se fuera mientras aún podía.

—Con permiso.

Suleiman notó el ápice de duda de la castaña y el cómo salió solo despues de que Ibrahim se lo pidiera de forma discreta, esto hizo hervir su sangre al pensar en que la joven desconfiaba de él a tal punto en que era capaz de quedarse en la habitación.

—¿Que lo trae hasta aquí su Majestad? ¿Hay alguna estrategia que desee discutir?

El tono de Ibrahim sonaba monótono, incluso podía decirse que enfermo.

—¿Por que te has negado a comer cuando sabes que la guerra pisa nuestros talones? ¿Acaso quieres caer en el campo de batalla?

—Me he sentido enfermo últimamente, —se excusó— el cambio de temperatura me ha tomado por sorpresa.

Suleiman frunció el ceño ante la respuesta poco sincera.

—¿Eso es todo lo que te mantiene así?

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora