Intenciones expuestas

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La Sultana tragó la agria saliva en su garganta y trató de recomponerse despues de aquella mal intencionada insinuación. Las noches con el Sultan significaban un martirio para ella, pero no lo diría en voz alta, ni siquiera deseaba admitirlo a sí misma. Como pudo, la castaña recobró el porte y con una expresión amable miró a la mujer de malas intenciones.

—Mi vida en la alcoba del Sultán no es un tema de su incumbencia —respondió mirando a la mujer fijamente— pero si tanta es su preocupación déjeme ayudarla a despejar ese peso muerto de sus hombros —la expresión de la castaña de endureció— no tengo problemas a la hora de balancear mis deberes con la provincia y mis responsabilidades como madre y Sultana, para eso está el Pasha a mi lado —explicó— Habbad Pasha se encargar de la provincia junto a mi, no hago todo sola y aunque comprendo su posición con respecto a mi posición como esposa y madre, me veo en la obligación de recordarle que el puesto que yo poseo fue otorgado por el mismo Sultan, el hombre con mas poder dentro de este Imperio —la aguda mirada de Cerem se clavó en Arzú— y no creo realmente que esté feliz  de escuchar que una de sus mujeres habla tan públicamente sobre su vida conyugal.

Arzú apartó la vista incapaz de mantener la mirada firme ante los ojos agudos y acusatorios de la anfitriona del lugar quien no tenia reparo en decir las cosas y ponerla en su lugar.

—Actúas con demasiada confianza para tu propio bien —intervino Hatice— hablas de mi hermano como si él fuese a hacer lo que deseas con solo pedírselo, siendo que no eres mas que una esclava.  

Cerem sonrió— Es porque no lo soy Sultana —comentó tomando un sorbo de vino para tomar fuerzas— quizás lo ha olvidado, pero soy libre desde hace algún tiempo ya, pero el algo tiene razón y es que debo pedir disculpas, me he apresurado al asumir que posición adoptaría el Sultan dentro de esta discusión —con un gesto con la mano izquierda, Cerem llamó a Aysun— por favor pide al cocinero que traiga un poco mas de salsa de mango —pidió de forma inocente.

La expresión de Hatice, Hürrem y Arzú no tuvieron precio a los ojos de Aysun quien suprimió una sonrisa llena de satisfacción.

—Ese collar-  —la voz de Hatice salió mucho mas osca de lo que quiso en un principio.

Las mujeres en la mesa entendieron el mensaje en cuestión de segundos, incluso si Cerem no lo dijo en voz alta, sus palabras fueron claramente reflejadas en el brillante collar que colgaba en el cuello  de su sirvienta.

"El Sultán tomará mi lado"

De la misma forma en que lo había hecho años atrás.

—¿Ocurre algo Sultana Hatice? —preguntó Beyhan fingiendo incredulidad.

—No... —dijo entre dientes tratando de mantener la calma.

Arzú comenzó a sudar gruesas gotas frías de agua, entendiendo a la perfección que la amenaza implícita estaba dirigida hacia ella y eso, aunque la asustó, también la enfureció de sobre manera. 

—Creo que acabado de comer... Me retiro —la noble extranjera se despidió casi a regaña dientes tratando de mantener la compostura en todo momento.

Una vez la mujer salió del lugar, los ojos de Cerem se encontraron con los vivases ojos de la Haseki, quien la mirada sin ningún tipo de disimulo, manteniendo en sus labios una ligera sonrisa altiva.

Para esto había venido Hürrem, ella deseaba ver los verdaderos colores detrás de la fachada amable e inofensiva de Cerem, necesitaba saber a quien se enfrentaba para poder atacar, porque al fin y al cabo, Cerem era su única y verdadera rival, pues solo era cuestión de tiempo para que Arzú cometiera un error que la llevaría a ella y a su hijo a la muerte y con respecto a el resto de favoritas... Ninguna era realmente una amenaza.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora