Roto

3.9K 463 24
                                    


Suleiman ahora se encontraba en su habitación acostado sin saber que decir o hacer. No deseaba aceptar la realidad que se mostraba ante él, una mirada tan fría era algo que se negaba a aceptar despues de haber experimentado el sentimiento cálido que le otorgaba ver la belleza que guardaban aquellos hermosos ojos cada vez que lo miraban llenos de amor.

Era impensable, no despues de tantas cartas y poemas, no lo aceptaba.

—Mi señor —las puertas se abrieron dejando pasar al Visir que ahora lucía  sus mejores ropas— el festejo del príncipe está a punto de comenzar —avisó— todos esperan por su llegada.

—¿Cerem está allá?

—Sigue arreglándose, estuvo toda la tarde verificando los preparativos personalmente y hasta hacer un par de minutos estuvo arreglando la vestimenta del príncipe Mustafá, saldrá en un par de minutos, yo ire-

—Ve a la  fiesta y has que de inicio, yo ire a buscar a Cerem —Ibrahim sonrió guardando  sus pensamientos para sí mismo.

—Lo que usted diga mi señor —sin mas que decir el Visir se fue dejando al regente a solas en su habitación.

Mientras caminaba, el regente miraba a su alrededor tratando de aclara su mente pues había un detalle que por estúpido que fuera, no dejaba de resonar en su cabeza y era la falta del collar en el cuello de su amante. Tal vez estaba guardado entre su ropaje o tal vez se lo había quitado para dormir y había olvidado ponérselo. Eso solía sucederle a Hürrem en algunas ocasiones, no debía preocuparse.

—¿Como me veo? —la voz de la mujer sonaba risueña y llena de emoción.

—Tan hermosa como siempre mi Sultana —alagó Maria.

—¿Que dices Malkocoglu? —preguntó ella esperando un cumplido de su fiel pero siempre rígido guardia.

El hombre guardó silencio durante unos segundos antes de contestar— Se mira hermosa... Como es su costumbre, diría que la luna estará celosa, pero creo que esa vanidosa luna se ha acostumbrado a ser opacada por usted.

Cerem sonrió ante el cumplido de Bali Bey, Maria armonizó con aquella sonrisa soltando una carcajada nerviosa pues pocas eran las veces que el hombre soltaba aquel tipo de comentarios.

—Cada día estoy mas segura de que has elegido un puesto  equivocado, tus  palabras son las de un poeta y no las de un guardia fiel —se burló Maria.

—Incluso el mas insulso de los hombres recitaría mi palabras si frente a él estuviera nuestra Sultana —soltó tratando de callar las burlas de la sirvienta.

Cerem solo alcanzó a reír por lo bajo ante el comportamiento de sus mas fieles compañeros, ambos siempre buscaban burlarse del otro sin importar que, pero de cierto modo esa era su forma de demostrarse aprecio entre sí.

—Buenas noches Cerem —la voz del hombre borró aquella sonrisa que hasta el momento había mantenido.

Malkocoglu y Maria hicieron una reverencia, pero ninguno se fue del lugar.

—¿Necesita algo mi señor?

—¿Aún no estás lista?

—Ya lo estoy, solo me faltan unos retoques, estaré en la fiesta en un par de minutos, perdone usted mi ausencia.

—Bien, te esperaré —dijo buscando un lugar para sentarse.

El guardia y la sirvienta se miraron entre sí sin saber que hacer, ellos sabían el disgusto que sentía su señora hacia el Sultán, pero ninguno podía hacer algo para sacarlo de la habitación.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora