Despedida

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—Mi Sultán —el llamado del sirviente lo sacó de sus pensamientos— los vasallos ya llevaron el cuerpo de Lord Arturo al barco, el mercader fue avisado sobre lo que debía hacer una vez entregase el cadaver y la carta también fue enviada.

—Puedes retirarte —el sirviente miró nervioso la silueta del Visir quien yacía sentado a un lado del regente.

—¿No escuchaste al Sultán? —preguntó de forma cortante.

El hombre salió de los aposentos tratando de mantener la compostura dejando solos al Visir y al Monarca. Ibrahim trato de tomar importancia a la expresión aterrada que le había dado el sirviente, pero le era difícil mantener la calma cuando el Sultán no había  dicho palabra alguna desde hace mas de dos horas.

Incluso cuando trató de preguntar por su hermana, la respuesta siguió siendo un terrible silencio que no hacía mas que inquietarlo.

—Creo que es momento de retirarme —comentó viendo la oportunidad de irse.

Las órdenes del Sultán ya habían sido cumplidas, entonces no había mas que él pudiera hacer esa noche, lo mejor era librarse de la presencia del regente y averiguar el estado de su hermana  por cuenta propia.

—¿Te dado permiso de retirarte? —a pesar de que  el tono del  hombre era totalmente pacífico, algo en sus palabras le provocó un terrible escalofrío.

—El Sultán debe estar muy cansado, hoy fue un día largo y muy agitado, lo mejor es que me retire y lo deje descansar.

—Siéntate —ordenó sin dejar de observar el paisaje nocturno.

El Visir obedeció  sin decir palabra alguna, sentándose al lado del Sultán mirando de igual forma el paisaje nocturno. Con el paso de los minutos, el miedo en Ibrahim comenzó a desvanecerse, pues entre mas tiempo pasaba, mas seguro estaba de que su presencia servía como apoyo silencioso para el hombre.

O eso quiso pensar.

—¿Lo sabías? —preguntó Suleiman repentinamente.

—¿Que cosa? —la incredulidad en la respuesta de Ibrahim y el nulo sentido de duda en su pregunta le hizo saber que el hombre sabía  incluso menos que él.

—No es nada, mañana volveremos a Estambul, Bayaceto está enfermo y mi madre me pide volver.

—Comprendo...

—Ibrahim —el hombre miró a su Sultán— ¿Deseas casarte pronto?

—¿Disculpe?

—Te daré a Beyhan, ella será tu esposa.

—Mi señor- 

—Te he visto junto a ella, las pocas veces que no estás junto a Cerem, estás junto a ella ¿No te agradaría como esposa? —el Visir bajó la mirada  por unos instantes pensando en la palabras de su señor.

—Deme tiempo —pidió— Beyhan aún no se ha recuperado del todo de la muerte de su esposo y no deseo forzarla a estar conmigo —explicó— si bien siento amor por ella... Ese amor no me ciega, se que ella no se siente igual y deseo ganármela, quiero que me acepte sin imposición alguna.

Suleiman sonrió ante la respuesta del Visir.

—Bien, te dejaré venir mas seguido, así  podrás conquistarla y también deberás cuidar mejor de Cerem, no quiero que incidentes como el de Arturo se repitan.

—Si mi Sultán... —Ibrahim pensó en si debía seguir hablando, pero aún así lo hizo— mi señor... ¿Usted culpa a Cerem?

—Por supuesto que no —dijo sin duda— todo lo que ocurrió es porque un noble estúpido olvidó su lugar Cerem es y siempre será mi esposa, es todo lo que tengo que decir de esta situación.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora