Arrebatos

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La sangre en el rostro de Hatice se drenó y cayó hasta sus pies, sus ojos, que hasta el momento habían permanecido llenos de expectativa y esperanza, se nublaron momentáneamente, sus entrañas se revolvieron y su garganta ardió junto a las maldiciones que encerraba en ella. 

Debía mantener la calma... No podía arriesgarse a hacer un berrinche ahora, no con tanta gente a su alrededor.

—¡¿Que has dicho?! —la voz de Arzú sonó como un rugido feroz— ¡¿Que clase de tonterías promulgas?! ¡ESA MUJER NO PUEDE ESTAR EMBARAZADA! Ella es in-

—¡Arzú! —la madre Sultana se alzó sobre los alaridos disgustados de la mujer— ¡Mantén la calma! No toleraré esta clase de comportamiento.

La mujer, aún ardiendo en una furia desmedida, mordió su lengua y apretó sus puños hasta que los nudillos de su ya blanca piel palideciera, debido a la privación de sangre.

Un hormigueo y la sensación ponzoña del fracaso la recorrió cuando observó las expresiones disgustadas de las mujeres en la habitación, había perdido los estribos momentáneamente, pero esos segundos habían sido mas que suficientes para clavar una imagen duradera en la mente de sus cuñadas que ahora la miraban con disgusto.

—Lo lamento, perdí los estribos por un instante debido a la sorpresiva noticia —se excusó.

—Siéntate a mi lado y no hables —ordenó la madre Sultana.

La atención volvió a centrarse en Hürrem, quien se mantenía de pie, ahora en medio de la habitación, esperando el momento oportuno para seguir hablando; con un semblante impasible y una voz mucho mas armoniosa, la mujer siguió con su tarea de transmitir el mensaje.

—Según lo dicho en la carta del Sultán, Han Cerem, tiene seis meses de embarazo —un jadeo se escapó de los labios de Hatice, y Hürrem se preparó para escuchar las replicas de la mujer.

—¡No puede ser posible! —declaró— la vimos hace solo unas semanas y su vientre apenas estaba abultado, y no me sorprendería que ese bulto solo fuera a causa de toda la comida que consume esa mujer, ¿Seis meses? ¿Acaso desean timar a mi hermano? —preguntó indignada.

—¿Es eso cierto Hürrem? —cuestionó Sah, ligeramente preocupada por las palabras de su hermana menor.

—Si Sultana —confirmó— pero esto tiene una explicación, según las palabras de la medico que atiende a Han Cerem, su vientre es poco abultado debido a que el bebé está en una posición poco habitual.

—¡Tonterías! —exclamó Arzú incapaz de contenerse— esa mujer solo desea engañar a nuestro señor, probablemente tenga apenas unos pocos meses de embarazo, y al no poder hacer pasar al niño como hijo del Sultan, decidió mentir diciendo que tenía mas meses —las palabras de la mujer resonaron con tanta seguridad que Fatma asintió casi sin pensarlo— ¿O es que acaso alguna vez, en todos  sus años de vida , alguna escuchó de un caso similar?

—Los sirvientes del palacio de Constantinopla son totalmente leales a Cerem, por tanto, no es del todo absurdo pensar en que una medico haya mentido en su nombre solo para protegerla —agregó Hatice.

—Fue revisada por el Doctor personal del mismísimo Sultan —la Haseki, incapaz de seguir oyendo tonterías infantiles, aclaró las dudas de su familia— el Doctor al parecer vio de igual forma un caso similar al de Cerem, así que lo mejor es dejar las formulaciones insustanciales de lado... Hoy es un día de celebración y el Sultán ha escrito puntualmente en su carta, que no tolerará algún insulto hacia su próximo, así que celebremos y oremos por el futuro bebé.

—¡Tonterías! —repitió Hatice— no voy a orar por un posible bastardo.

—¡Hatice! —reprendió Sah.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora