Complicidad pt.1

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Constantinopla se preparaba para recibir el otoño una vez más, el palacio comenzaba a teñirse de colores vivos, contrastando con el opaco tono de las hojas, que secas, comenzaban su descenso hasta el suelo. Mustafá jugaba con sus primos mientras estos eran custodiados por los sirvientes del lugar.

Por otro lado, las mujeres del palacio se centraban totalmente en Adalet, quien en ahora suspiraba cansada despues de lo que había sido una agotadora labor de parto. Habbad Pasha descansaba en la habitación continua, incapaz de seguir de pie despues de ver a su amada esposa rodeada por litros de sangre, sufriendo y llorando a causa del dolor que le infringieron las contracciones.

—Me  alegra que hayas despertado.

—Gracias por su preocupación Sultana Beyhan... —los ojos  siempre vivaces de la mujer ahora se abrían con mucha dificultad; adornando aquella cansada mirada se encontraban un par de oscuras ojeras, acentuando su demacrado aspecto.

Cerem tomó la mano de la mujer— ¿Como te sientes Adalet? ¿Necesitas algo? —preguntó con voz suave y preocupada.

—Estoy bien mi Sultana —como pudo, la esposa del Pasha mostró una sonrisa forzada— solo estoy algo cansada.

—Entonces duerme —pidió— nosotras cuidaremos del bebé y también tranquilizaremos al Pasha, descansa y cuida de ti, ya has hecho un gran trabajo hasta ahora —aquellas palabras marcaron a la nueva madre, quien sin poder retener las lágrimas sonrió con alegría.

Por primera vez, despues de horas de parto, Adalet sintió que alguien se preocupaba por ella y no solo por su hijo. 

—Gracias... Mi Sultana —Cerem forzó una sonrisa tranquila en su rostro sabiendo que esta seria lo ultimo que vería su amiga antes de caer ante el sueño.  

Segundos despues, el cuerpo de Adalet cayó inconsciente ante el cansancio, la medico revisó una vez mas el estado de la mujer asegurando que ésta solo necesitaba reposo despues de la pérdida de sangre, algo que no calmó en lo absoluto a Cerem quien se quedó cuidando del sueño de su amiga hasta el momento en que Habbad Pasha cruzó la puerta de los aposentos.

—¡¿Como está?! —preguntó alterado.

—La medico dice que no hay nada que temer, que solo necesita reposo.

El hombre aún con una expresión llena de temor se acercó a su esposa y acarició suavemente su mejilla, suspirando aliviado al sentir un ápice de calidez en ella.

—La doctora dice que gracias a su buena salud, Adalet pudo soportar un parto tan difícil... Claro que también es un milagro de Allah —comentó ella como simple protocolo.

En lo mas profundo de su ser, Cerem atribuía todo el esfuerzo a su amiga y a nadie mas.

—No tendré mas hijos —murmuró.

—¿Pasha...?

—No permitiré que mi esposa pase por tal dolor una segunda vez, incluso si eso significa ser un eunuco el resto de mi vida —aquellas palabras enternecieron a Cerem quien por un instante sintió celos de su amiga.

—Es un buen esposo Pasha... —habló— creo que es momento de retirarme —el hombre asintió y sin nada mas que decir, la mujer salió de la habitación dirigiéndose a su sala privada, en donde sabía encontraría al noble extranjero.

—Lord Arturo —llamó captando la atención del emisario.

Este al verla mostró la sonrisa mas cálida y sincera que pudo mostrar. Aquella sonrisa calmó los ánimos de la mujer casi al instante.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora