Nevada pt.2

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Al fin había logrado ver su rostro y estaba severamente decepcionado, su piel no tenia ningún color, sus mejillas eran las de un caballo y sus ojos seguían cerrados, sin duda era todo lo opuesto a Hurrem.

—¿Su Majestad...?

—Quédate quieta, te llevaré al Harem para que un doctor te revis- —antes de poder decir algo más la sirvienta ya había saltado de sus brazos cayendo al piso de forma violenta— ¿Que ha-? —antes de poder decir algo más la castaña comenzó a correr tambaleante por los pasillos del palacio— ¡Oye! —por inercia el hombre la comenzó a perseguir.

—Por Allah, ¿Muchacha que te pasó? —el niño que lloraba en los brazos de la Daye dirigió su vista y sus brazos a los de la sirvienta.

—Príncipe —la voz quebrada de Cerem resonó por toda la habitación— ya estoy aquí —murmuró meciéndolo— perdón por no llegar antes, yo realmente quería verte pero las reglas del Harem son claras, pero ya no nos volverán a separar.

—¡Por amor a Allah niña, si el Sultán te llega a ver aquí te cortará la cabeza! ¿Qué te pasó en la nariz? —preguntó al ver como la sangre recorría su labio y barbilla.

—Ve y busca a la médico —interrumpió el Sultán— apresúrate —pidió viendo que la  Daye no se movía.

La castaña  lo miró por unos instantes  o al menos eso fue lo que quiso creer pues la poca luz solo le permitió notar como levantaba su cabeza por al menos unos simples momentos.

La castaña  lo miró por unos instantes  o al menos eso fue lo que quiso creer pues la poca luz solo le permitió notar como levantaba su cabeza por al menos unos simples momentos

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—El sangrado en la nariz se debe a un fuerte golpe, pero aun necesitas descansar, debes comer lentamente y dormir por al menos unas seis horas.

—Dormiré en cuanto el príncipe se duerma.

—Tus servicios serán inútiles si acabas postrada en una cama por un desgaste, escucha a la médico y ve a descansar —como era de esperar la castaña no refunfuño ante las palabras del hombre, pero si bien ella no puso objeción el pequeño príncipe estaba en desacuerdo y no dudo en demostrarlo a base de lágrimas y gritos. 

Suleiman suspiró sabiendo que su hijo no dejaría de llorar pronto así que quiso dejar a la sirvienta quedarse, pero antes de decir algo la menor le hablo.

—Agradezco las palabras del Sultán, pero seré útil aún si mis piernas dejaran de funcionar, el príncipe es la prioridad de este palacio y es más importante que mi salud —recalcó tomando al niño en sus brazos haciendo que este dejara de llorar.

Entonces el Sultán lo entendió, no había forma de separar a esa mujer de su hijo, no por ahora.

—Bien, entonces duerme junto a él en la cama.

—Pero esta cama era de-

—Esta cama ahora solo es usada por mi príncipe y no pertenece a nadie más, si te digo que te acuestes debes hacerlo.

El Sultan - Mi LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora