CAPITULO 57: NO ESTES SOLO EN ESTA LLUVIA

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Eran casi las seis de la mañana cuando llegamos a Bahía Blanca. Peter había dormido todo el viaje prácticamente. Durmió sobre mi pecho al tiempo que yo lo sujetaba con fuerza y lo acariciaba. Una dosis de mimos no le vendría nada mal. La madrugada estaba sencillamente horrible. Llovía a cántaros y el cielo estaba todo encapotado. Aparcamos directamente sobre la calle del hospital. Peter estaba completa y absolutamente desesperado por ver a Maxi. Me tomó de la mano y me tironeó dentro del sanatorio. Subimos hasta un tercer piso y allá estaban todos los Reca, junto a los Lanzani, y algunas otras personas que aún no conocía. Él se soltó de mí y se abrazó con Claudia. Saludó a los restantes para después echarse sobre los brazos de Gustavo y comenzar a llorar desconsoladamente. Aproveché ese momento para saludar a quienes conocía.Al cabo de un rato bajé con Claudia y Valeria a la confitería del primer subsuelo en busca de café para mí y para Peter.

-¿Está muy mal?- le pregunté a Clau al tiempo que esperábamos que nos hiciesen los cafés.

-Y... no está nada bien... los médicos tienen esperanza... pero aún no despierta y eso nos tiene mal.

-¿Del que manejaba no se sabe nada?- preguntó Vale.

-No... Jaime no reconoció el auto... tranquilamente puede ser alguien que no viva acá... en vacaciones de invierno viene mucha gente de los alrededores... supongo que si era algún bahiense se hubiese detenido... a Maxi lo conocen todos... vos sabes.

-¿Y qué es lo que hay que esperar ahora?-pregunté tímida. Mis conocimientos sobre medicina eran demasiado reducidos.

-A que despierte... ver si reacciona a los estimulantes... la operación del fémur fue exitosa... pero bueno... aún sigue igual.

Seguimos charlando sobre Maxi Reca hasta llegar al tercer piso, una vez más. Me detuve en seco al ver a Peter sentado junto a Paula y rodeándola por los hombros. De su otro lado estaba Jaime frotándole una pierna. Ella lloraba y sus lágrimas caían sobre el cuello de Peter. En una fracción de segundo intenté convencerme de que todo estaba bien, que no debía montar ninguna escena de celos, que los Reca estaban atravesando una situación lamentable... y fundamentalmente, que Peter quería mucho a Paula, más en un momento así. Él vio como su mamá le entregaba un café bien cargado a su papá, como Vale hacía lo mismo con Nahuel. Me buscó con la mirada y me encontró caminando hacia él con exagerada lentitud. Dejó un beso sobre la frente de Paula y se levantó de su asiento. Caminó hacia mí al tiempo que los ojos de Paula lo seguía en cada movimiento. Le di su café y yo me dispuse a tomar el mío. Creo que de un solo trago bajó el vaso. Se sentó bien lejos de todos los presentes y me llevó a él, sentándome sobre sus piernas. Me rodeó la cintura con sus brazos y me mantuvo la mirada.

-¿Qué tenes?- dije acariciando una de sus mejillas con el dorso de mis dedos.

-Estoy triste- dijo con un hilo de voz.

-Ya mi amor... va a estar todo bien- dije juntando nuestras frentes.

-Eso quiero- dijo.

-¿Pudiste verlo?- pregunté apretujando sus mejillas.

-No... no dejan entrar a nadie... por ahora- dijo afligido.

-¿Queres ir un ratito a tu casa? Así dormís algo...

-No... hasta no ver a Maxi de acá no me muevo-me impuso poniéndose rígido.

-Mira la carita de cansado que tenes- dije rozando nuestras narices.

-¿Vos tenes noni?

-Un poco.

-Si queres te llevo y después me vuelvo...

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora