CAPITULO 44: EL RETORNO

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Estaba zambullida en un sueño denso. Me sentíasola en la cama. Sentía frío. Abrí los ojos altiempo que me incorporaba de la cama, habíatenido una pesadilla. Inspeccioné el lugar con misojos y una sonrisa sincera se dibujó en mi cara.Estaba en la habitación de Peter, desnuda bajo lassábanas. El sitio de Peter estaba frío. Supuse quehacía rato debía de estar levantado. Me enrollé enlas sábanas y busqué un buzo suyo en elrevoltoso placard. Me vestí con mi ropa interior yme eché encima su buzo. Salí de la habitación y lovi sentado sobre la mesa frente a la computadoracon una pila de papeles sobre uno de suscostados y una taza de café humeante del otrolado. Caminé lentamente al tiempo que refregabamis ojos. No me podía creer estar viviendo todoaquello una vez más.

 -Hola nenita- dijo alzando la vista al percatarsede mi presencia con una sonrisa torcida. Amé queme llamase así. Hacía rato que no lo escuchaba.

 -Hola- dije sentándome sobre sus piernas yenterrando mi cara en su pecho. 

-¿Qué tenes?- dijo al tiempo que jugaba conmechones de mi pelo.

 -Mmm... necesito mimos- dije en un susurro altiempo que me apretaba más contra su cuerpo.-Ya me había olvidado lo mimosa que eras eh.dijo largando una risita divertida. Me incorporé yle largué una mirada asesina. ¡Cómo iba aolvidarse así de mi! Largó una risotada, supongoque fue consecuencia de mi cara de enfado. 

–YaLali, no te me enojes.

 -Entonces no me digas que te olvidaste de mídije de brazos cruzados.

 –¡Y soltame!- le grité. 

-No te estoy tocando... vos solita estas encimamío- dijo riendo. Le lancé una mirada asesina yme levanté bruscamente. Había que admitirlo...¡amábamos el histeriqueo! -No te me escapes- dijo sosteniéndome de lacintura. Nos besamos largo rato. 

-¿Qué es lo que hacías? 

-Transcribía estos escritos... muy aburrido...-¿Hace mucho despertaste?

 -Dos horas- dijo refregando sus ojos.

 -¿Y por qué no me levantaste? ¡Qué manía tenesde dejarme sola durmiendo!

 -No tenía sentido amor... yo tenía que ponerme atrabajar...

 -Bueno... pero te hacía compañía aunque sea.dije rodeando su cuello con mis brazos. 

-Ahora que lo noto... que raro que no te enojasteporque faltaste a la facu... 

-No iba a arruinar nuestra mañana perfecta conun berrinche- él sonrió de lado y me dejó un besocorto en los labios. -¿Queres que almorcemosjuntos hoy?

 -Quiero- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

 -Bueno... voy a poner algo de orden en estecaos... y después a tomar una ducha- dijeseñalando con mi vista todo el departamento. 

-Yo me entiendo en mi caos- se defendió. 

-Sí, pero no en la suciedad Juan Pedro- mequejé.

 -¿Qué tenes que me llamas así?- dijo con el ceñofruncido. 

-Nada... ¿te molesta?

 -No me gusta que me digan Juan Pedro- dijofingiendo ser un pequeño. 

-Juan Pedro- y lo besé. –Juan Pedro- y lo volví abesar. –Juan Pedro, Juan Pedro, Juan Pedro, JuanPedro- dije riendo al tiempo que me levantaba desus piernas.

 -Salí de mi vista si no queres que te ataque acosquillas- dijo y reí por lo bajo.Lali comenzó a caminar por el living recogiendoparte de la ropa de la noche anterior. Se movíacon naturalidad pero sin perder su natasensualidad. Era linda por naturaleza. No logréconcentrarme en los escritos que esperaban pormí. Mis ojos se iban con ella. Al ritmo de sucuerpo mi mirada bailó. Quedó de pie en laabertura del pasillo quitándose la tierra de lospies. Sólo llevaba su ropa interior y uno de misbuzos. Era gris con inscripciones negras. Lequedaba lo suficientemente grande de modo quela tapaba toda. Cuando recuperé la razón la viriendo. 

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora