Y los días eran extremadamente largos. Y lasnoches se tornaban insoportablemente eternas.Me la pasaba encerrada en mis cuatro paredes.En mi lugar. Todos mis días eran iguales. Todasmis noches eran idénticas. Estaba sola. Completay absolutamente sola. Sólo podía maldecirme.Odiarme. Odiarme y maldecirme. ¿Cómo fuicapaz? Me lo pregunté y repregunté mil y unveces. Nada. No tenía respuesta. Se me agotaronlas preguntas. Me quedé sin ganas. Sólo metumbaba sobre la cama deseando que el díapróximo fuese mejor. Que hubiese un cambionotable, por mínimo que pudiese ser. Yo acá, élallá. La nada misma.Fue un hábito que mis amigos deambulasen pormi casa, por mi habitación. El tiempo avanzaba apasos agigantados y yo permanecía allí, en milugar, quieta. Espiaba a través de mis pestañas ysólo veía un gran desfiladero de gente. No habíaconsuelo, no había palabras. Y como siempre, lanada misma. Lo soñé durante largas noches enescasos minutos, lo poco que dormía. Vivíatrincherada en mi lugar. Por las noches memecía en mi silla, acurrucada sobre mi propiocuerpo, dejando que la tristeza se colase por miscostados. Dejando mi herida a sal abierta de paren par. El corazón me lloraba cada amanecer ycada anochecer. La luna se escondía y el sol meencontraba de aquella forma. El sol decía adiós yla luna no era bienvenida. Yo sólo necesitabaexpresar un perdón. Sabía que mis posibilidadeseran reducidas al punto de extinguirse.
-Esto no puede seguir así- oí decir a María. Yoseguía allí meciéndome.
-Nunca la vi así- agregaba Daniela.
-Está... está perdida... está ida- decía Candela.
-¿Y si llamamos a Pitt?- preguntó dudosa Rocío.Un destello de esperanza se posicionó en micorazón, que se esfumó en un parpadeo al oír lavoz de Gastón.
-No. Peter no quiere saber nada.
-Pero... mira como está- dijo Eugenia.
-Como digan... yo sólo les advierto- sentenció miamigo.
Y allí estaba yo mirando sin ver, expectante acada palabra de mis amigos, a cada indicio, acada dato. Pero claro, nada me llevaría a Peter, siél mismo había determinado arrancarme de suvida, como si nunca hubiese existido, como sinunca nos hubiésemos conocido.Aquella tarde me vi recostada en mi camallorando a mares sobre las piernas de mamá.
-Y viste hija, la vida no es tan fácil comoparecía- me dijo con palabras tan dulces comoverdaderas, pero también muy filosas al tiempoque me acariciaba el pelo y sus manos mesuplicaban que, por favor, dejase de sufrir.
Y sí, tuve que aprender que en la vida no esaplicable el dos más dos es cuatro, y ya el unomás uno no era uno. Entendí que, que dospersonas se gusten es necesario pero nosuficiente para que eso funcione. Que laimpotencia del no poder hacer nada más tienesabor más amargo de lo que creí. Tuve queasimilar que el quiero, pero no puedo existe,aunque no quiera ni pueda creerlo. Que delmundo no me puedo bajar, pero que una dosis delágrimas junto a la almohada me ayudan asobreadaptarme al día que le sigue. Y todo en mivida funcionaba de aquella forma. Dejé rendirmeante mi propia voz de años atrás. Una voz aniñadaque trepaba por mis oídos haciendo estragos enmi corazón.
"Hay un lugar al que me voy cuando estoy triste,es un lugar dentro de mí que nunca viste, me loinventé para sentir que me quisiste, es un lugar alque me voy cuando estoy triste. Y si te vas,también me voy, y si no estás, tampoco estoy, ynada importa, nada sirve, nada vale, nada quedasin tu amor..."- canté alguna que otra vez sobreun escenario del Rockland.Esa noche Candela vivió en mi habitación. Habíasilencio. Por las noches la soledad desespera. Ysí. Estaba fatalmente desesperada. Cuando ya noaguanté más, comencé a decir y decir las cosasahogándome en una impotencia que solopresionaba. Lloré. Grité. No me interesó entendernada ni a nadie. Y después de todo aquello memetí en la cama y acurruqué contra mi amiga, mihermana, mi otro yo. Sonreí. Ya estaba en paz.Me encargué de aparentar valentía y bienestar alo largo de todos los días. Sólo yo conocía midolor. Sólo yo sentía la tristeza recorriendo cadaparte de mi cuerpo. Sólo se hacía ella visiblecuando me acurrucaba contra mi propio cuerpo,en forma de lágrimas. Lloraba con la luna en minariz. Lloraba con el sol en mi cabeza. El resto delas horas me las pasaba simulando. Me habíaconvertido en el mejor embustero jamás visto enla historia. Unos pocos notaban mi angustia através de mis facciones. Esas mismas faccionesque les advertían que no emitiesen palabra algunasobre lo acontecido con ella. Aquella noche mivida dio un giro de ciento ochenta grados. A loslargo de mi corta edad, logré identificarme conmuy pocos autores. Nahuel me había prestado unlibro de un novelista brasileño. Nunca me atrapósu forma de escribir, pero aquellas líneas hicieroneco dentro de mi cuerpo.Siempre es preciso saber cuando se acaba unaetapa de la vida. Si insistes en permanecer enella más allá del tiempo necesario, pierdes laalegría y el sentido del resto. Cerrando círculos,o cerrando puertas, o cerrando capítulos, comoquieras llamarlo. Lo importante es podercerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que sevan clausurando.¿Terminó tu trabajo?, ¿Ya no vives más en casa?,¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó?Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente"revolcándote" en los porqués, en devolver elcassette y tratar de entender por qué sucedió talo cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porqueen la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tushermanos, todos y todas estamos encaminadoshacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta lahoja, a terminar con etapas, o con momentos dela vida y seguir adelante.No podemos estar en el presente añorando elpasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Loque sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay quedesprenderse. No podemos ser niños eternos, niadolescentes tardíos, ni empleados de empresasinexistentes, ni tener vínculos con quien noquiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechospasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces estan importante destruir recuerdos, regalarpresentes, cambiar de casa, romper papeles, tirardocumentos, y vender o regalar libros.Los cambios externos pueden simbolizarprocesos interiores de superación. Dejar ir,soltar, desprenderse. En la vida nadie juega conlas cartas marcadas, y hay que aprender a perdery a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta lahoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en elpresente.El pasado ya pasó. No esperes que te lodevuelvan, no esperes que te reconozcan, noesperes que alguna vez se den cuenta de quieneres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tutelevisor personal" para darle y darle al asunto,lo único que consigue es dañarte mentalmente,envenenarte, y amargarte.La vida está para adelante, nunca para atrás. Siandas por la vida dejando "puertas abiertas", porsi acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo dehoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades queno clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿aqué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabrasque no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron?Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no,déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo queno, que no vuelvan. Pero no por orgullo nisoberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en eselugar, en ese corazón, en esa habitación, en esacasa, en esa oficina, en ese oficio.Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días,hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, nohay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vueltala página, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo,ni el entorno al que regresas será igual, porqueen la vida nada se queda quieto, nada es estático.Es salud mental, es amor por ti mismo,desprender lo que ya no está en tu vida.Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Niuna persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada esvital para vivir porque cuando tú viniste a estemundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, escostumbre vivir pegado a él, y es un trabajopersonal aprender a vivir sin él, sin el adhesivohumano o físico que hoy te duele dejar ir.Es un proceso de aprender a desprenderse y,humanamente se puede lograr, porque te repito:nada ni nadie nos es indispensable. Sólo escostumbre, apego, necesidad. Pero cierra,clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete,sacúdete, suéltate.Hay muchas palabras para significar salud mentaly cualquiera que seas la qu escojas, te ayudarádefinitivamente a seguir para adelante contranquilidad, cerrando tus círculos. ¡Esa es lavida!Y quedé allí, estático. Las palabras de Paulomachacaban mis mente y mi corazón. Y a travésde las palabras de Paulo, de Paulo Coelho, Nahuelintentaba decirme lo mucho que sentía mipérdida, pero que en horabuena era tiempo decambiar mi conducta frente a la vida misma. Esanoche no lloré, no me acurruqué en mi propiocuerpo. Sonreí. Ya estaba en paz.