CAPITULO 66:LO QUE MAS TE GUSTE

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Aquella mañana de viernes desperté bien aturdido. Junto al pitido del despertador sonaba el timbre del departamento. Tanteé en la oscuridad la mesita de luz con el fin de apagar el tan ensordecedor aparato. El timbre seguía sonando de manera incesante. A regañadientes salí de la cama y casi caigo al suelo. Me reí de mi torpeza matutina. Observé por la mirilla de la puerta y el corazón comenzó a golpetearme el pecho como un desbocado. Lali estaba del otro lado con gestos pacíficos y sosteniendo un paquete. Eran las siete de la mañana.

-Hola- dijo cuando abrí la puerta. –Me olvidé las llaves- y me pidió disculpas con la mirada.

-Hola, La... pasa- dije abriéndole paso. Se acercó a mí y golpeó sus labios con los míos. -¿Qué pasó que viniste tan temprano?- dije y cerré la puerta.

-Bueno... digamos que... intento ser la de antes-dijo y volteó para mirarme y sonreírme.

-Eso sí que es una gran noticia- dije sonriendo. -Sí... me cansé de estar así... y bueno... hablar con Graciela me hace bien- Había transcurrido ya un mes de aquella mañana en donde intentó dejarme y yo no se lo permití. A raíz de aquello Lali comenzó a hacer terapia, sin dudas estaba mucho mejor.

-Vamos a desayunar a la cama- dije tironeando de ella.

-¿No tenes que trabajar?- me preguntó tomando el paquete de facturas.

-Puede esperar un poco- dije. Lo cierto es que todas las mañana trabajaba en mi casa y después del mediodía lo hacía en la editora. Lali había finalizado hacía ya dos años el curso para el profesorado de universidades. Era adjunta en una cátedra de Filosofía, y jefa de trabajos prácticos en otra de Letras. Historia de la Filosofía Antigua y Teoría y Análisis Literario, respectivamente.

Nos metimos dentro de la cama y comenzamos nuestro desayuno, el que constaba de leche chocolatada bien fría, medialunas y besos robados. Ella estaba mucho más distendida respecto a nuestro contacto físico. No obstante lo cual, no hacíamos el amor. Yo sabía que poco a poco iba a relajarse y volvería a ser la de antes con todas las letras. Nos estábamos besando cuando mi celular sonó.

-¿Quién era?- me preguntó a la vez que me estiraba para dejar el telefonito sobre la mesita de noche.

-Juan, mi compañero... se armó una reunión de último momento... no tengo que ir a la editora... parece que durará bastante- dije.

-Me gusta, me gusta- dijo rodeándome la cintura por debajo de la sábana y enterrando su cara en mí pecho.

-Supongo que iré a jugar al fútbol... ayer le dije a Pablito que no iría por el trabajo... -¿A qué hora es el partido?

-A las dos de la tarde, creo- dudé.

-Tenemos tiempo- dijo y sentí que por un momento se arrepintió. Sus palabras no fueron intencionadas, e intenté no darles un doble sentido.

-Sí, tenemos tiempo... para mimarte mucho- y sonrió y fue ella quién se acercó para darme un beso. No duró lo que hubiese deseado, pero me alegraba saber que ella tomaba ésta vez la iniciativa.

Una vez que terminamos nuestro desayuno reconciliador nos quedamos dormidos. Fui yo quien desperté primero. Tenía a Lali entre mis brazos, como hacía tiempo no sucedía. Dormía pacífica y con su cara de buena. Su pecho subía y bajaba de manera musical. Quedé contemplándola largos momentos. Volvía a ser mía, por fin. Era tan linda y la quería tanto. Inconcientemente la aferré más a mí y sin querer la desperté. Debí de haber ejercido bastante fuerza.

-Uy perdoname, amor- dije soltándola apenas, lo suficiente para que no escapase más. -¿Te hice mal?- y negó con su cabeza. -¿Hace mucho despertaste?

-No... un ratito nada más... seguí durmiendo, si queres.

-¿Qué hora es?- y me volteé hacia el reloj despertador, pero sin soltarla. -Las doce.

-Tengo un poco de hambre... ¿queres que almorcemos juntos?- sonreí con satisfacción.

-Quiero- y le di un beso. –Quiero- y le di otro. –Quiero- y otro más.

Remoloneamos largo rato dentro de la cama para luego seguir con nuestro día. Al tiempo que me daba una ducha rápida, Lali estaba en la cocina preparando el almuerzo. Por vez primera en tantos meses sonreí bajo el agua. Todo comenzaba a acomodarse. Todo adquiría el matiz normal. Durante nueve meses, los más largos que transité, todo estaba teñido de oscuridad. Todo era negro. Como si un nubarrón se hubiese posicionado en nuestras cabezas y nos siguiese sin cesar. Salí de la ducha y me vestí con rapidez. No quería estar separado de Lali mucho tiempo. Caminé por el pasillo y la vi sentada a la mesa con la computadora portátil frente a ella. Divisé sus lágrimas y mi mundo volvió a estar de cabeza una vez más.

-Lali- dije con voz ahogada. Ella alzó la vista y observé con mayor detenimiento el torrente de lágrimas que resbalaban por sus mejillas. No.Otra vez no. –Amor... ¿qué tenes?- y su silencio era tajante. Hacía estragos dentro de mí. -¿Qué pasó nenita?- me acerqué cuando me señaló con la vista la computadora. Y comprendí el motivo de su llanto incesante.

Dame sencillamente lo que más te guste, lo que más te guste.

Dame solamente lo que más te guste y nada más. Es que estás llena de sombras, y ensombreciste la casa

El nido estaba caliente, y acabó por enfriar.

A veces duele mentirte, la verdad, es que te veo acovachada,

Como una fiera acorralada que sólo a mí quiere atacar.

Por eso dame sencillamente lo que más te guste, lo que más te guste.

Dame solamente lo que más te guste y nada más. El esfuerzo te afea, sólo curvas en la espalda, La vida pierde la gracia para el que olvida celebrar.

Y me pedís lo que no tengo, mi bien, lo que haga no te alcanza,

No hay pan que tape el agujero, el de la angustia existencial.

Por eso dame solamente lo que más te guste y nada más.

Estás hincada mirando al suelo con una virgen en tu regazo,

Te deshiciste de vos, y ahora lo culpas a Dios. ¡Ay! Es que amo tu sonrisa, y lo demás no me hace falta

Si bailaras para el cielo esta noche, amor, buenos augurios llegarán.

A veces me siento cruento al fantasear con tu vida,

No pongo demás expectativas de que vayas a cambiar

Y a veces te volves exigente, esperando magia en mis propuestas,

Pero alguna absurda respuesta te vuelve a decepcionar.

Por eso dame sencillamente lo que más te guste, lo que más te guste.

Dame solamente lo que más te guste y nada más.

Aquello lo había escrito una noche de puro dolor. Habían transcurrido ya varios meses de la pérdida del embarazo y Lali, para aquel entonces, comenzaba a comportarse de aquella manera.

-¡Ay, Lali!- dije ahogado en mis sentimientos. Nunca hubiese querido que encontrase aquél escrito.

-Yo... Pitt...

-No digas nada, amor- la interrumpí. –Todo va bien, no pienso eso de vos...

-Por algo lo escribiste- y ahora ella me interrumpía.

-Fue hace mucho tiempo... era lógico ¿no?...-dije con gesto compungido y ella asintió.

-Perdoname Peter- dijo con voz falta de aire.

-Ya amor mío, todo va bien ¿si?- y tomé su cara entre mis manos y limpié los vestigios de lágrimas. Le besé la frente, la punta de la nariz y luego los labios.

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora