Y una mañana más desperté sola en la cama. Y no es que el pitido del despertador o la luz que se colaba por la persiana me molestasen. Era la maldita soledad que me abrazaba hasta ahogarme. Me preguntaba qué sería de mí el resto de los días, de los meses y por qué no de los años.
Lloraba sin consuelo, pero también sentía enojo, bronca. Todo había sucedido muy deprisa. O quizás no. Quizás todo había sido condenadamente eterno.
La buena noticia había llegado y había durado poco, muy poco. Cierto que Peter dejaría la Capacitación algunas horas para pasar más tiempo en casa, conmigo. Debía poner en tema a Agustina para que ella pudiese cargarse a hombro la campaña de preparación. Habíamos discutido fuertemente acerca de sus horarios, de sus escasos llamados, de sus pocas respuestas, de nuestro poco diálogo. Conversaba más con amigas que con él, que vivía bajo mi mismo techo. Lo cierto es que había optado por llegar relativamente temprano a casa y seguir con su "capacitación" en ella. Por lo que cuatro veces a la semana, Agustina cenaba con nosotros. Era una morocha de veinticuatro años. Algo más alta que yo y de buenas curvas. Mis celos eran completamente notables, pero intentaba poner empeño y tratarla de la mejor forma posible.
FLASH BACK
Había cenado a las ocho de la noche y me había quedado dormida sobre la cama esperando a Peter y a Agustina. La televisión había quedado prendida y oí murmullos. Abrí mis ojos con pereza y me dirigí hacia la puerta del dormitorio. Espié por allí y los vi riendo sobre la mesa del comedor. Estaban llenos de papeles y tomaban café. Una ira me recorrió el cuerpo y di un portazo. Me metí dentro del cuarto de baño y me largué a llorar como si fuese una pequeña. Oí cómo se cerraba la puerta de la habitación y momentos después Peter estaba de cuclillas frente a mí sosteniéndose sobre mis rodillas.
-Amor...- e intentaba quitar las manos de mi cara. –Lali ¿qué tenes?
-Como si no lo supieses- y le eché una mirada asesina.
-¿Qué, nenita?
-¡No me digas nenita! ¡No me digas nada!- le grité.
-Para, Lali... deja de gritar que va a escucharte Agustina...
-¿Vos viste la hora que es?- y no me respondió. –Las dos de la mañana, Peter...
-No voy a discutir, Lali- sentenció y se puso de pie alejándose de mí lo más posible. Me quedé en silencio y lloré con más fuerza al sentir cómo salía del baño y del cuarto.
FIN FLASH BACK
Recuerdo que esa noche Peter le pidió disculpas a Agustina por mis gritos y mi "berrinche". Recuerdo también que volvió al dormitorio para tomar una manta. Esa noche durmió en el sofá del living, solo.
FLASH BACK
El día siguiente me lo pasé sola dentro del departamento. Era jueves y no daba clases en la facultad. El reloj marcaba las cinco de la tarde cuando Peter entró a casa. Me sorprendió a sobremanera su llegada, era casi imposible que él no estuviese en la oficina.
-¿No pensas hablarme?- dije de pie frente a él, que se encontraba sobre el sillón mirando televisión. Desde la noche anterior no habíamos mantenido diálogo alguno.
-¿Hablar? Con vos no se puede...
-No seas chiquilín, Peter- dije cruzada de brazos y completamente enojada.
-¿Yo chiquilín? En todo caso lo sos vos que no dejas de hacerme escenas...
-¿Y no te preguntaste por qué será?- lo interrumpí llena de furia. – ¿No se te ocurrió pensar que no estabas haciendo las cosas bien?No, claro... ¿Juan Pedro Lanzani haciendo algo mal?