CAPITULO 6: COMO DOS EXTRAÑOS

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Aquella noche marcó un antes y un después en mirelación con Peter. Lamentablemente no fue parabien. Aquel lunes me desperté con el sonido demi celular. La bandeja de entrada evidenciaba lallegada de un nuevo mensaje de texto. 

Mensaje de texto de "Rocío" 

"Amiga, Peter me avisó que no pasa a buscarnos.Nos vemos en la facu"

Cerré el celular con confusión. Algo deberíahaberle pasado para que no pasase a buscarmecomo cada mañana. Incluso, no pasaba a buscar aRocío, viviendo tan cerca el uno del otro.Sumergida en mis pensamientos comencé avestirme a gran velocidad. El viaje en colectivoera mucho más largo que en el Clio negro. Mimente deambulaba para todos lados. Inventé másde una teoría acerca de aquel mensaje. Sería máspráctico llegar a la facultad y preguntárselodirectamente. Salí de casa sin desayunar. ¿Midestino?: aclarar mis inquietudes. 

-¡Amiga!- exclamó Rocío con su risita marcaregistrada. 

-Creí que no llegaba más- dije agitada al tiempoque la saludaba.

-¿Y Peter?- pregunté mientrasmi mirada lo buscaba en cada rincón. 

-¡Te pegó fuerte eh!- dijo ella con una sonrisa deoreja a oreja. Yo sólo bufé. 

–Todavía no llegó...raro ¿no?- dijo con el ceño fruncido. 

Me encogíde hombros y entré al salón seguida por ella.Dejamos todas nuestras cosas sobre los asientosy salimos al hall una vez más. Nos sentamos en elsuelo frente a la escalera por donde Peterdebería venir. 

-Tenes cara de preocupada... ¿pasó algo?- dijoRochi. 

-No... me sorprendió que Peter no pasase abuscarnos... 

-¿Hablaron?- me interrumpió. 

-No... quizás me ilusioné... supuse que ayer mellamaría... pero no sonó ni una vez el teléfono... 

-¿Por qué no lo llamaste?- me volvió ainterrumpir. 

-¿Para decirle qué? Sabes como soy... no tiendoa hacer ese tipo de cosas. 

-De esa forma no estarías tan preocupada...quizás durmió toda la tarde... llegamos bienentrada la mañana a nuestras casas. 

-Supongo- esbocé. 

Luego de unos largos e interminables minutos via Peter subir los escalones de dos en dos.Llevaba el pelo mojado, lo que me extrañó aunmás. Él nunca se bañaba por la mañana. Nosregaló una sonrisa confusa desde lejos y entró alsalón. Con Rocío nos miramos enigmáticamente altiempo que nos encogíamos de hombros. 

-Hola- dijo acercándose a nosotras al tiempo quesalió del salón 

-¡Que carita!- le dijo Rochi. 

-No tengo un buen día- dijo él dándole un besoen la mejilla. 

–Hola Lali- acerqué mi cara a lasuya e instantáneamente se echó para atráscorriendo su cara y dejando un beso vacío sobremi mejilla. Casi por instinto me ruboricé y recé atodo el cielo que me tragase la tierra. Suexpresión era distante, fría, calculadora. Vi dereojo como Rocío me miraba confundida y luegodirigía su vista hacia Peter, quien permanecía depie junto a ella. 

-¿Todo bien?- le preguntó Rocío. 

-Sí... tengo que entrar ya... nos vemos- dijonervioso. 

Y así, sin más, se fue en dirección alsalón al tiempo que se reunía en la puerta conalgunos compañeros. Lo cierto es que el profesoraun no había llegado. Indudablemente escapabade mí. Confundidas Rocío y yo le seguimos.A lo largo de la jornada me dediqué a pensar puray exclusivamente en Peter. No entendía sureacción. No entendía su mirada confusa. Loobservaba sin que se diera cuenta. Parecíademasiado interesado en la clase de Metafísica.Por un momento creí que no respiraba y con unmovimiento torpe hice caer mi cuaderno cerca desu cuerpo. Se volteó hacia mí bruscamente. Lotomó y lo dejó sobre mi mesa sin mirarme a losojos. La confusión aumentaba a cada rato. Eraincesante. Supuse que Rocío se sentía igual queyo. La vi distraída al tiempo que garabateaba sucuaderno. Empujó sus hojas hacia mí. Yo mesentaba entre medio de los dos."Está muy raro" – me escribió ella al tiempo queseñalaba con la fibra el renglón donde debía leer.Me limité a asentir con una mueca de angustia.Ella lo notó y se encogió de hombros. 

-Ro... pasame una lapicera... me quedé sin tintaledijo él en un susurro. 

Indiscutiblemente elproblema lo tenía conmigo. Su fluidez al hablarcon Rocío seguía intacta.La mañana trascurrió de igual forma. La granmayoría de los recesos Peter se la pasó dentrodel salón leyendo. Cuando fuimos los tres juntosa la cafetería permaneció en silencio. Sólo reíaante los comentarios de Rocío, que dicho sea depaso, era la única que hablaba en la mesa. Seguíaabstraída en mis pensamientos. Lo observabacada vez que podía, pero no lograba descubrirninguna expresión en su cara que me calmase,que me dijese "tranquila Lali, todo va bien". 

-Nos vemos mañana- dijo él rascando su cabeza.Ya estábamos bajo las escalinatas del edificio. 

-Sí, nos vemos mañana- dijo Rocío. Esbocé misonrisa más fingida. 

-Estoy apurado... por eso no te llevo... no lasllevo- se corrigió. 

-¡Ya Pitt! ¡No sos un remisero! ¡Tranquilo!- leexclamó Rochi. 

-¿Mañana tampoco pasas a buscarnos?- preguntécon un hilo de vos. Me miró confuso y suplicante. 

–Digo... para saber si puedo dormir un rato más... 

-Supongo que vas a tener que levantarte un ratoantes- dijo, y pude notar pena en su voz. Sonreícon suficiencia. 

-Si no podes pasar por mí no hay problemaalguno- lo calmó Rochi. 

-Mañana te aviso- dijo con un punto de confusiónen su voz. 

Nos despedimos y cada uno se fue endirección distinta.Me pasé casi toda la tarde en casa junto a Cande,Mery y Daniela. Nos rebanamos los sesosideando cualquier tipo de teoría estúpida quepudiese explicar el comportamiento de Peter.Daniela prefería pensar que Peter era un caídodel catre, como lo llamaba ella. Manejaba laposibilidad del arrepentimiento. María dudaba confirmeza acerca de su sexualidad. Teoría que mepropuse descartar por completo. ¡Es que no podíaser! La más sensata, como siempre, era Candela. 

Sin abrir en mí una herida a sal opinó que sólobuscaba pasar un buen momento. Y lo cierto esque, todo era demasiado bueno para ser real.Aquel sábado había sido una de mis mejoresnoches, no así para Peter, creo yo. Lo que nuncanació había muerto en aquel boliche.Simplemente, nos comportábamos como dosextraños.   

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora