Me desperté aquella mañana con las caricias deLali.
Podía reconocer sus mimos a ciegas. Esbocéuna sonrisa de lado.
-¡Como me gusta despertarme así! Voy aprocurar cumplir años todos los días.
-¡Ya! Como si nunca lo hiciera- dijoescandalizada. La tomé de la cintura y la acerquéa mí.
-Hola- dije con un hilo de voz.
-Hola- dijo con una sonrisa.
–Feliz cumpleañosmi amor.
-Gracias- dije. Tomó mi cara entre sus manos yme regaló un beso dulce y largo.
-Te traje el desayuno a la cama- dijo sonriente.
-¡Apa! ¡Cuánto halago!- dije incorporándome.
-Te preparé el café con leche como te gusta avos y fui a comprarte las medialunas que tegustan.
-¿Y cómo sabes cuales me gustan?- inquiríapoyando la bandeja sobre mis piernas.
-Me acompañó tu mamá a comprarlas- dijo. Lanoche anterior habíamos viajado los dos a Bahía,donde pasaría mi cumpleaños. Le regalé un besoy nos quedamos desayunando.
-Bueno... quiero darte mi primer regalo- dijosonriente levantándose de la cama.
-¿Primer regalo?- dije asombrado.
-Sí, después a la noche te doy el otro- dijo. Yoarqueé mis cejas con picardía. -¡Ya! ¡Zarpado!¡Mal pensado!- dijo golpeándome el pecho.
-No me maltrates el día de mi cumpleaños- dijefingiendo ser un niño. Sonrió y me besó de nuevo.
-Espero que te guste- dijo entregándome unabolsa. La abrí y dentro de ella había una camperaque ella sabía que me gustaba. Se había gastadoun dineral, seguramente.
-¡Lali! No tenías por que...
-¿Cómo que no? Cumple años mi novio che- meinterrumpió.
-Gracias La, sabes que me encanta... te pasasteeh.Se acercó a mí y quitó la bandeja de por medio yse sentó sobre mis piernas. Me llenó la cara debesos. Fueron exactamente veinte. Los años quecumplía.
-Permiso... ¿se puede?- dijo mamá asomándosepor la puerta.
-¡Obvio que se puede!- dije sonriente. Entrójunto a papá, Bauti y Flor.
-¡Peter!- gritó mi hermana lanzándose a misbrazos obligando a Lali a salir de allí.
-Hola princesita- dije abrazándola.
-¡¡Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz,que los cumplas Peter, que los cumplas feliz!!-me cantaron todos juntos.
-Gracias- dije mientras abrazaba a mamá. Florseguía sobre mis piernas. Todos se sentaronsobre mi cama, menos Lali que había quedado enuna silla un poco más alejada. Me regalaron unjean y un par de zapatillas. Florencia me habíahecho un dibujo y en letras rosas había escrito lomucho que me quería. Acordamos colgar el papelen uno de mis placares en mi departamento deBelgrano.
-Veni- le dije a Lali. Quería tenerla cerca. Ellasonrió con vergüenza y se subió a mi cama. Lepropicié un buen golpe a Bautista que habíaquedado boquiabierto. Automáticamente Florenciase aferró a mi cuello cual garrapata.
-Ya hija... soltalo un poquito que lo vas a dejarsin aire- dijo mamá entendiendo la situación. Leextendí una mano a Lali. Acto seguido Flor seprendió a mí de nuevo.
-Vamos pequeña... dejala a Lali también- le dije.
-Ella siempre está con vos y yo no- dijocaprichosa.