CAPITULO 70:LEGALMENTE CASADOS

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Aquella mañana desperté con el estómago estrujado de nervios. Mi mente deambulaba de aquí para allá. Mi sonrisa era imborrable, y el latir de mi corazón era feliz. Me levanté de la cama y me envolví en mi bata de seda. Até mi pelo todo enmarañado, ya me parecía a la pajarilla. Me higienicé y reí por lo bajo al ver mis ojos chinitos. Fui escaleras abajo y encontré en la isla de la cocina a mamá, papá, Ana, Pato, Jimena y Guapi.

-Hola corazón- dijo mamá con sus sonrisa maternal. Supuse que la alegría se había posicionado en medio de su pecho al ver a sus hijos reunidos, como antes.

-Hola mami- dije mimosa y me hundí en su cuerpo para que me abrace.

-¿Nerviosa?- preguntó Ana al tiempo que mordía su tostada.

-Muy- y suspiré.

-Ya Lali... va a ser rápido y sumamente lindo-me calmó mi cuñada.

-¿Es necesario que te cases?- preguntó mi hermano sin despegar su vista del periódico. -¡¡Patricio Espósito!!- gritaron mamá, Ana y Jimena simultáneamente.

-Bueno, bueno... no dije nada- se disculpó él con sarcasmo.

-Mejor así- lo amenazó Jime.

-Yo siempre voy a ser tu nenita chiquitita ¿sabes?- dije melosa al tiempo que me sentada sobre sus piernas.

-¡Porque te conviene!- me gritó con enojo. – Desde que apareció Pedrito en tu vida, yo ya no figuro- y puchereó apenas.

-¡Que le digas Peter, hombre!- le gritó Jimena. -¿Queres que sea una solterona de por vida?- le pregunté largando una risita divertida.

-Yo no quiero que PETER te haga mal... sólo eso- y morí de amor ante sus palabras. Desayuné sobre el regazo de mi hermano al tiempo que él me acunaba como si tuviese quince años. Pero no, ya estaba grande, tenía mis veintiséis años bien llevados.

-¿Tío?- preguntó Franco, quien también desayunaba sobre las piernas de su abuelo.

-El tío Peter está en su casa, mi amor- le dije y acaricié su manito. Franco no hablaba casi nada, lo típico. Mamá, Papá, Abu, Tío, Tía. Con Peter se adoraban.

-Puedo tolerar que mi hermana se case con Peter, pero que mi hijo lo quiera ver a cada momento... no- y todos reímos. Los años a Patricio no le apaciguaron los celos.

Al cabo de dos horas me vi dentro de la peluquería junto a mamá. Me trenzaron el pelo con una cinta color verde esmeralda. Me batieron apenas el pelo y el flequillo me lo peinaron hacia un costado. Me maquillaron de manera natural.

Entré a mi cuarto y la ropa esperaba por mí sobre la cama. Era un conjunto de falda y chaqueta bien fina. La falda era del mismo color que la cinta de mi peinado. La camisa era de seda en color negro. Me eché perfume y por último me calcé las sandalias. Debía estar a la altura de Peter. El reloj marcaba las tres de la tarde cuando salí de casa con mi familia.

Y yo aquella mañana también desperté hecho un manojo de nervios. Me sentía completamente ansioso. Por momentos temía que Lali me plantase en medio del registro civil. ¿Por qué iba a querer casarse conmigo?, me preguntaba cada dos por tres. La noche anterior había dormido en casa de mis viejos, por lo que me desperté en la habitación de Bautista. Sí que se había vuelto un cursi en el amor. Las paredes estaban forradas de fotos suyas y Victoria. Me pregunté si yo era igual a su edad cuando noviaba con Lali. Lo que no era muy de mi agrado era que el cuarto de Florencia fuese igual. Todas fotos de Facundo, por lo cual Bauti y yo la obligamos a encuadrar una de los tres en la casa de Bahía. La llevaba sobre la mesita de luz. Según Lali, me comportaba como Patricio, respecto al noviazgo de mi hermana. ¡Es que me era inevitable!

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora