CAPITULO 23: HASTA EL SANTO DESCONFIA

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El día anterior había llegado a Bahía Blanca.Había sido una noche larga y difícil. A Celina laconocía desde hacía años ya. Me vio nacer ycrecer. Hasta me vio convertirme en el noviooficial de su nieta preferida. Era esa clase deabuelas que siempre te esperaba en el jardín desu casa con pastelitos de membrillo en unacanasta. Muchos recuerdos inundaron mi mentedurante la noche. Gustavo simulada tener lasituación bajo control, pero papá me habíacomentado que estaba partido a la mitad. Maxi yPaula eran dos trapos de piso. Celina era la únicaabuela que les quedaba viva y de un momento alotro se les escurrió de sus vidas. Esa mismanoche me quedé a dormir en casa de los Recca. 

La mañana me encontró tumbado en un colchónjunto a la cama de Maxi. Abrí los ojos con torpezay me sentí aturdido por un momento. Habíasoñado toda la noche con Celina. Una lágrimaresbaló por me mejilla ante tanto recuerdo. Mequedé allí tumbado entre mis recuerdos. En unabrir y cerrar de ojos la carita de Lali seposicionó en medio de mi mente. Recordé lo malque me había tratado el día anterior por teléfono.Soy conciente que mi viaje de urgencia no fue delo más feliz que le pudiese haber dicho, pero esque así lo sentía. Sentía esa necesidad de estarpresente en un momento así. Celina era como demi familia. Me hubiese sentido feliz, dentro dellamentable episodio, de estar junto a Lali en estemomento. 

Pero no se si era políticamentecorrecto traerla. Quizás me hubiese ahorrado unproblema. Me hice a un lado de la cama y tomé elcelular. La llamé unas cuantas veces pero noatendió. Debía de seguir muy enojada y a mí esecomportamiento ya me estaba tornando bastantemolesto.

 Salí de casa de los Reca para almorzar junto a mifamilia en casa, por la tarde seguramentevolvería. 

-¿Qué pasa hijo?- me preguntó mamá mientrascocinaba y yo la observaba en silencio. 

-Nada ma- esbocé. 

-¿Esta todo bien?- me preguntó sin mirarme. 

-Si... ¿debería haber algo mal?- preguntéretórico. 

-Peter sos mi hijo y te conozco... se cuandoestas angustiado... ¿es sólo por lo de Celina ohay algo más que te tiene así?- me preguntómirándome firmemente. 

-Celina me llenó el corazón de tristeza, sientoque la voy a extrañar mucho cada vez que esteen Bahía...-Pero... -me interrumpió.-Pero... pero... bueno... estoy peleado con Lali-escupícon dolor.

 -Sabía que Lali tenía algo que ver con esos ojitostristes... ¿me queres contar?- me dijo con unamirada maternal. Dejó todo lo que estabahaciendo y nos sentamos en el comedor. 

-Nos peleamos porque me vine a Bahía... le habíaprometido quedarme con ella todo este fin desemana... y bueno... cuando me llamaste por lode Celina la llamé para decirle que venía paraacá...

 -Pero... ¿vos le dijiste el motivo de tu viaje?- mepreguntó confusa. 

-Sí, le conté lo de Celina... pero enloqueciócuando se enteró que era la abuela de Paula...Lali es muy celosa.

 -Entiendo...

 -Se cree que vine para estar con Paula... se lotraté de explicar y me cortó el teléfono... lemandé un mensaje y no me lo respondió... odiopelearme con ella... pero me molesta que sea tanpoco comprensiva- me quejé con enojo.

 -Pero... lo tuyo con Paula terminó ¿verdad?- mepreguntó confundida una vez más.

 -¡Claro que terminó! Estoy enamorado de Lalima, la amo... la amo mucho... pero no se... noconfía en mí y eso no me gusta... creí que iba aentrar en razón e iba a llamarme por lo menos...pero nada... 

-Ayer llamó- dijo Bauti sentándose junto anosotros, recién se levantaba. 

-¿Cómo que ayer llamó?- dije sin entender. 

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora