Sábado. Diez de la noche. Estaba sentada en unabanqueta pintándome las uñas sobre la isla de lacocina. Al mismo tiempo mi hermana me ondulabael pelo y aplicaba sus años de estudio depsicología sobre el problema entre Nicolás yEugenia. Me explicaba como actuaba elinconciente sobre el conciente. Me habló detantas teorías que ya ni las recuerdo.
Esa mismanoche Agustín había organizado una fiesta en sucasa. No había motivo alguno de festejo, peroAgus era de hacer ese tipo de cosas. Las fiestasque organizaba eran bien concurridas. Agustínera de esas personas que tenía conocidos portodo el país. Era sociable, o chamuyero.Corrí escaleras arriba para terminar de vestirme.Pantalón negro. Sandalias de soga con taco chinoblancas. Un strapless abotonado con franjasdiminutas en color verde agua y fondo blanco.Tomé el bolso y salí de casa. Me reuniría con laschicas en casa de Cande.
-Hola Lali- me dijo Marisa al abrirme la puerta.
-Hace mucho que no te veo por acá che.
-Sí, tenes razón... tengo que visitarte másseguido- dije con timidez. ¡Es que odiaba ser tanvergonzosa!
-Antes venías a tomar mate, a cenar, te quedabasa dormir... ahora que estás enamorada ya nada esigual- me dijo con una sonrisa maternal. Yosonrojé.
-Prometo venir más seguido- le dijerespondiendo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Te tomo la palabra. ¿Y cómo va ese noviazgo?
-¡Ya!... seguro que mamá te lo ha contado todo,la conozco muy bien.
-Es cierto... siempre nos mantenemos al tanto...pero quiero conocerlo aunque tu madre diga quees encantador- me enorgullecí de Peter. Sabíaque a mamá la tenía metida en un bolsillo, pero nocreí que fuera tanto.
-Un día que este en casa te digo que te pases asíle echas el ojo y me decís si vale la pena- dijeriendo.
-Por supuesto- dijo Hernán interrumpiéndonos. –Soy tu padrino y todavía no pasó bajo misupervisión.
-¡Ya Hernán! Deja tranquila a Lali... anda que laschicas están con Cande en el playroom.Al cabo de una hora ya estábamos todas saliendode casa de Cande. Desde la vereda podía sentirsela música descontrolada en casa de Agustín.Había dos ventanales enormes al frente. Habíancerrado las cortinas, pero eran blancas, de modoque podía verse el movimiento de gente quehabía conquistado aquella noche. Candela estabahistérica, sólo quería bailar. Mery, desesperadapor ver a Pablo, hoy era su aniversario. Rocío yDaniela no demostraban más allá de la emociónhabitual. Eugenia tenía el corazón en la garganta.Después de una semana volvería a verse conNicolás. Yo estaba igual que Rochi y Dani. Teníaganas de disfrutar junto a mis amigos y amigas deuna gran noche, como prometían las fiestas deAgus.
-¿Cómo están las más lindas del universo?- dijoAgus abriéndonos la puerta de su casa.
-¡Ya! Nunca dejas de chamuyar eh- le esbozóMery divertida.
-¿Hay mucha gente?- preguntó Rochi.-Desborda- respondió Agus con una sonrisa deoreja a oreja, orgulloso de sí mismo.
-¡Ya! Dejanos pasar- le dije. Fuimos pasando dea una. Un beso en la mejilla para todas, menospara Dani, quien tardó en unirse a nosotras dadoa que Agus la había acorralado entre la puerta yla pared.Dimos cortos pasos y sólo vi una gran masa degente que iba de aquí para allá.
Había gente denuestro colegio, del club en el que Agus jugaba alfútbol y algún que otro amigo del barrio. La casade Agustín constaba de dos plantas. En la primerahabía una enorme sala con varios sillones,puestos para esta ocasión sobre las paredes, demodo que se pudiera armar una buena pista debaile. La sala tenía salida al parque. Había gentepor doquier. Si había algo que los identificaba atodos era el vaso en cada mano. En una esquinade la sala habían armado con un tablón de maderay dos caballetes una especie de barra. Había todotipo de botella, tamaño y color. Dos licuadoras.Debajo de la "barra" había dos heladeritas quesupuse que contenían el hielo y varios cestos confrutas de todo tipo.Saludamos a quienes conocíamos y fuimosdirectamente al cuarto de Agus a dejar nuestraspertenencias. Bajamos una vez más a la sala yAgustín nos comunicó que el resto de nuestrosamigos estaban en el jardín, todos juntos.Estaba junto a los amigos de Lali. Me corrijo.Estaba junto a mis amigos de Capital en casa deAgustín. Lali siempre decía que las fiestas deAgus salían diez puntos. Era a la primera a la cualconcurría, y creo que Lali no había exagerado ennada.