Sí. Había estado distinta. Me había comportado de manera diferente. No se qué lo produjo. No se su causa. Quizás intentaba demostrarle el amor que le tenía más allá de las palabras. Después de todo no fue tan malo. Él se sintió bien. Yo me sentí bien. Como desde hace años, en aquellos momentos sólo éramos una persona. Y cómo suele decir él, somos dos locos de amor. Aquel mediodía desperté con suma tranquilidad. Lo vi tumbado junto a mí. No recuerdo haberme puesto una remara la noche anterior, de modo que debió de haber sido él. Estaba completamente subsumida en mis pensamientos cuando sentí sus besos en mi hombro izquierdo.
-Buen día- pronunció con voz áspera.
-Hola- dije con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Cómo durmió mi nenita?- dijo hundiendo su cara en mi cuello.
-Mmm... bien... ¿vos?
-También... aunque igual sigo con algo de noni-dijo refregándose un ojo. Me fue inevitable no morder mi labio inferior. Me giré apenas y lo abracé con fuerza dejando su cara enterrada en mi garganta y rodeando su cintura con una de mis piernas.
-¿Vos me pusiste la remera?
-Ajam... estabas con un poco de frío... y bastante dormida porque ni cuenta te diste...
Nos quedamos allí tumbados largo rato, en silencio y mimándonos. Éramos dos mal criados por el otro. Su pecho subía y bajaba de manera musical. Sentía su perfume impregnado en mi nariz. Garabateaba mi espalda por encima de la remera. Podía sentir su respiración sobre mi cuello. Largos minutos transcurrieron cuando sentí que me apretaba a él violentamente. Me acariciaba uno de mis costados por debajo del remerón y me besaba el cuello desaforadamente. Sabía lo que se aproximaba.
-Ya... amor... vayamos a comer algo...- dije. -Más tarde...
-Dale Pitt... tenemos tiempo para eso... comamos algo, vayamos a la playa... nos quedan tan solo dos días...
-Un ratito- me pidió sin liberar mi cuello.
-No Peter... dale- traté de decir lo más suave posible.
-Anoche no decías lo mismo- dijo separándose de mí con una sonrisa macabra.
-Tarado...- dije con una sonrisa vergonzosa para luego levantarme y entrar al baño.
Una vez listos preparamos nuestro almuerzo de manera rápida. El día estaba espléndido y no queríamos perder el tiempo. Él preparó unos tostados bastante generosos con verduras frescas y embutidos. Gaseosa con hielo para saciar la sed y un poco de fruta. De un momento al otro golpearon nuestra puerta. Nos miramos confusos y él se encaminó hacia ella.
-¿Quién es?- preguntó.
-Dos bahienses- respondieron del otro lado. Sin duda eran Nahuel y Valeria.
-¿¡Qué hacen acá!?- les preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Peter!- gritó Vale al tiempo que daba un saltito y enredaba sus piernas en la cintura de Pitt.
-Hola corazón- dijo él con la dulzura que lo caracteriza al tiempo que la sostenía de la cintura.
-¡Ya Vale! ¡Vas a desgarrarle la ciática!- le gritó Nahuel divertido. Vale le largó una mirada asesina y comenzó a llenarle la cara de besos a Peter.
-¡¿Te sorprendimos?!- le preguntó Vale a Pitt.
-Sí, no me los esperaba- dijo él dejándola sobre el suelo.
-Hola Lali- dijo Nahuel caminando hacia a mí.
-¿Cómo va?- pregunté al tiempo que lo saludaba.
-Hola La... bien, agotados del viaje- dijo Vale dejando su beso en mi mejilla.