CAPITULO 19: CON UNA PEQUEÑA AYUDA DE MIS AMIGOS

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  Febrero ya estaba llegando a su fin. Casi no podíanotarse porque el calor seguía igual que el mesanterior. Me gustaba disfrutar del calor,sobretodo porque los chicos se la pasaban encasa. El hecho de tener pileta hacía más amena lasituación. 

Era una tarde de jueves. Estábamos con Peter enmi habitación ordenándola. Nos dedicamos a tirarapuntes del año anterior. Acomodar libros porgénero y autor. Lo peor lo dejaba para el final. Elplacard. Tumbé de un golpe toda la ropa al suelo.Peter estaba sentado con las piernas cruzadas enel piso al tiempo que me lanzaba cada prendapara que yo la doblase sobre la cama y la ubicaseen los estantes.

 -Ya se que no resulta divertido... pero podríasponerle un poquito más de ganas ¿no?- dije.

 -No es eso- contestó secamente.

 -¿Y qué es entonces? 

-Me desespera el tamaño de tu ropa, me saca delas casillas- dijo enojado. Yo me eché a reír. 

-¡Ya! Casi todas las remeras son largas... metapan todo- dije despreocupada. 

-Justamente... vos lo dijiste... "casi todas"... lasmás provocativas las usas para cursar y cuandoestas conmigo te tapas toda... hay algo que noencaja ¿no?- dijo levantando una ceja. –A menosque te guste que todos los hombres te miren,claro.

-¿A quien no le gusta que le miren? Es todo unhalago- dije para fastidiarlo, aunque fuera ciertoaquel comentario. 

-¡Ah... ya entiendo! Te encanta que se baboseenpor vos... ¿es eso, no?- dijo levantándose de unsalto.

 -Técnicamente no... yo usé el verbo mirar... nobabosear... no pongas palabras en mi boca que nodije. 

-¡Es lo mismo!... ¿te gusta verme celoso, no?-dijo parado sobre el placard cruzándose debrazos. 

-Un poco- dije sin mirarlo. 

-¿Estas viva hoy? Enterate que no me causagracia... 

-No dije nada gracioso- dije reprimiendo unarisa. 

-¡Ah... y ahora te volviste irónica! Sos unaverdadera caja de sorpresas Lali- su tono seguíasiendo de enfado. 

-¡Ya... alcanzame las polleras!- dije sin prestarledemasiada atención.

 -Me lo haces a propósito ¿verdad? 

-¿Qué cosa? 

-El temita de las polleras... 

-¡NO! Es lo único que queda por guardar Peter-dijeyendo a buscarlas yo misma.

 -¿Vos viste lo que es esto?- dijo quitándome unade las mano. 

-Está buenísima- dije con una sonrisa traviesa. 

-¡Ya Lali! ¡Me tomas para la joda!- me gritó. 

-¿Podes parar un poco? Pones quinta sin motivoalguno- dije molesta. 

-Ja, ja, ja- rió irónico. 

-¿Sin motivo alguno? ¡Porfavor!

 -Yo no te critico la ropa- dije. 

-¡Lo que me faltaba! ¡Que me critiques la ropa!Yo me visto como alguien normal... 

-Y yo también... así que si no te gusta no memires- dije metiéndome en el baño. 

Es que siempre era igual. Siempre teníamos lamisma discusión. Odiaba pelearme con Peter,¡pero alguien tenía que ubicarlo! Me quedé en elbaño unos momentos y sin darme cuenta me echéa llorar. Me sentía tonta al ver como resbalabanlas lágrimas por mis mejillas. Pero es que elenojo me atacaba por ese lado. Antes de ponermea gritar como una loca histérica, me echaba allorar como una marmota. 

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora