La mañana siguiente me desperté al sentir comozamarreaban mi cuerpo. Los primeros segundosodié a Peter con todo mí ser. Planeé asfixiarlocon una almohada, pero tiempo después lolamentaría de por vida.
-¡Ya nene!- le grité volteándome hacia él.
-Levantante, levantante, levantante- dijo con sucabeza tumbada sobre la almohada, los ojoscerrados y agitando uno de mis brazos.
-¿¡Queres dislocarme un hombro?!- le gritésoltándome de él con fuerza. Largó una risita porlo bajo.
-Es la cuarta vez que suena el despertador...metete en la ducha así nos vamos- dijo en untono casi inaudible. Supuse que estaba porsucumbirse al sueño nuevamente.
-¡Bañate vos!- le grité.
–Yo no voy a la facu...tengo... tengo que ir al médico- esperé que Peterme respondiese pero no lo hizo.
-¡Ey Lanzani...despertate!- dije zamarreándolo.
-¡Ya Mariana!- me gritó. Reí con ganas porque lohabía despertado.
-Te la debía- dije sacándole la lengua, pero nome vio.
-¿Y si faltamos?- dijo abriendo los ojos por vezprimera y arqueando las cejas con picardía.
-No se vos... yo voy a faltar- dije sentándome enla cama.
-¿Por?- dijo apoyando su cabeza sobre mispiernas al tiempo que seguía enrollándose más ymás entre las sábanas.
-¿Sos tarado?
-Eu...- dijo alzando su mirada hacia mí.
–Tratamebien...
-Ya te dije que iba a faltar... pero comosiempre... no me escuchas- dije cruzándome debrazos.
-Haceme mimos- dijo mirándome por segundavez.
Esa cara de nene bueno que tenía aldespertar me hacía sonreír el corazón. La vozronca y los ojos achinados. Así de natural mevolvía completamente loca.-
No... tenes que meterte en la ducha, vestirte eir a la facultad- dije jugando con los dedos de sumano izquierda.
-Un poquito- me pidió con voz persuasiva.
–Muypoquito- volvió a decir angelicalmente.
–Muypero muy poquitito- concluyó puchereando. Mefue inevitable no largar una risotada.
-Te amo chinito- dije dándole un beso en lapunta de la nariz.
-¿Chinito?-Sí, chinito... mirate lo que sos... un chinito lindo,lindo- dije apretujando sus mejillas y estirandosus ojos.
-¿Por qué tenes que ir al médico?
-Em... no... tengo que... un control de rutina.mentí.
-¿Tenes algo?- dijo y noté la preocupación en suvoz.
-No Pitt... es sólo rutina- dije con una sonrisapara tranquilizarlo.
-¿A qué hora tenes turno?
-Mmm... dentro de dos horas exactamente- dijeluego de ver la hora.
Eran las siete menos cuartode la mañana.
-Mmm... tenemos tiempo de sobra- dijoapretándose contra mí. Conocía su voz seductoray sabía como seguiría aquello.
-Técnicamente no... tengo que irme a casa parabañarme, cambiarme y demás.
-No- dijo caprichoso.
–Te bañas acá... conmigo,te llevo a tu casa, te cambias y te llevo almédico- me dijo entre besos.