CAPITULO 46: AYER Y HOY

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La mañana siguiente me desperté al sentir comozamarreaban mi cuerpo. Los primeros segundosodié a Peter con todo mí ser. Planeé asfixiarlocon una almohada, pero tiempo después lolamentaría de por vida.

 -¡Ya nene!- le grité volteándome hacia él.

 -Levantante, levantante, levantante- dijo con sucabeza tumbada sobre la almohada, los ojoscerrados y agitando uno de mis brazos.

 -¿¡Queres dislocarme un hombro?!- le gritésoltándome de él con fuerza. Largó una risita porlo bajo. 

-Es la cuarta vez que suena el despertador...metete en la ducha así nos vamos- dijo en untono casi inaudible. Supuse que estaba porsucumbirse al sueño nuevamente. 

-¡Bañate vos!- le grité. 

–Yo no voy a la facu...tengo... tengo que ir al médico- esperé que Peterme respondiese pero no lo hizo. 

-¡Ey Lanzani...despertate!- dije zamarreándolo.

 -¡Ya Mariana!- me gritó. Reí con ganas porque lohabía despertado.

 -Te la debía- dije sacándole la lengua, pero nome vio. 

-¿Y si faltamos?- dijo abriendo los ojos por vezprimera y arqueando las cejas con picardía.

 -No se vos... yo voy a faltar- dije sentándome enla cama. 

-¿Por?- dijo apoyando su cabeza sobre mispiernas al tiempo que seguía enrollándose más ymás entre las sábanas. 

-¿Sos tarado?

 -Eu...- dijo alzando su mirada hacia mí.

 –Tratamebien...

 -Ya te dije que iba a faltar... pero comosiempre... no me escuchas- dije cruzándome debrazos.

 -Haceme mimos- dijo mirándome por segundavez. 

Esa cara de nene bueno que tenía aldespertar me hacía sonreír el corazón. La vozronca y los ojos achinados. Así de natural mevolvía completamente loca.-

No... tenes que meterte en la ducha, vestirte eir a la facultad- dije jugando con los dedos de sumano izquierda. 

-Un poquito- me pidió con voz persuasiva. 

–Muypoquito- volvió a decir angelicalmente.

 –Muypero muy poquitito- concluyó puchereando. Mefue inevitable no largar una risotada. 

-Te amo chinito- dije dándole un beso en lapunta de la nariz. 

-¿Chinito?-Sí, chinito... mirate lo que sos... un chinito lindo,lindo- dije apretujando sus mejillas y estirandosus ojos. 

-¿Por qué tenes que ir al médico? 

-Em... no... tengo que... un control de rutina.mentí.

 -¿Tenes algo?- dijo y noté la preocupación en suvoz.

 -No Pitt... es sólo rutina- dije con una sonrisapara tranquilizarlo.

 -¿A qué hora tenes turno? 

-Mmm... dentro de dos horas exactamente- dijeluego de ver la hora. 

Eran las siete menos cuartode la mañana. 

-Mmm... tenemos tiempo de sobra- dijoapretándose contra mí. Conocía su voz seductoray sabía como seguiría aquello. 

-Técnicamente no... tengo que irme a casa parabañarme, cambiarme y demás. 

-No- dijo caprichoso. 

–Te bañas acá... conmigo,te llevo a tu casa, te cambias y te llevo almédico- me dijo entre besos. 

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora