CAPITULO 61:AHIJADO

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Aquella mañana de sábado desperté como consecuencia de los hilos de luz que se colaban por la persiana, a medio bajar. Me estiré sobre la cama con movimientos de pereza y sentí como mis huesos chocaron unos contra otros. Desactivé la alarma de mi celular, prevista para las diez de la mañana. Cuando abrí los ojos el reloj marcaba las nueve. Volteé sobre mi costado izquierdo y me quedé allí contemplando a Peter con cara de enamorada. Dormía boca abajo, abrazaba su almohada y tenía su cara enterrada en ella. Respiraba con tranquilidad. Llevaba barba de dos o tres días y tenía el pelo algo más largo, no tanto como cuando lo conocí, pero tampoco al ras, como cuando se rapaba. Sí que era lindo, y no podía creer que estuviese enamorado de mí, que su corazón fuese mío. Abrió los ojos con dificultad y los volvió a cerrar en una fracción de segundo. Acaricié su mejilla, que estaba al descubierto, con el dorso de mis dedos. Sonrió apenas y siguió con sus párpados caídos. Acaricié después la parte superior de su espalda por debajo de su musculosa piyama, desde su nuca hasta media espalda, garabateando su columna vertebral. Sonrió una vez más y sentí como se estremeció a mi tacto. Me rodeó la cintura por debajo de las sábanas y me acercó a él. Hundió su cara en mi cuello. Estábamos tan cerca que podía sentir su respiración acompasada golpeando sobre mi piel. Intenté acomodarme pero me tomó con más fuerza y, por vez primera, corrompió el silencio con su voz grave y rasposa.

-No te vayas... quedate un poquito más.

-No voy a irme- dije.No fui conciente del tiempo transcurrido, pero allí nos quedamos, enredados en un abrazo. Creo que por un momento volvimos a dormirnos.

Lali salió de casa alrededor de las once y media de la mañana. Insistí en llevarla hacia su casa, pero su no fue tajante y rotundo. Entré a la ducha y me mantuve allí más tiempo que de costumbre. Ese día sería increíble y fascinante. Cerca de las cinco de la tarde nos reuniríamos todos en la puerta de la iglesia, lugar en que me convertiría en padrino del pequeño Neno. El agua tibia golpeaba contra mi cuerpo al tiempo que mi mente viajaba en el pasado. El próximo mes cumpliría cinco años de amor con Lali. Cinco años casi ininterrumpidos. Éramos felices y ella era el amor de mi vida, indiscutiblemente.

Mi familia había comprado un departamento a pocas cuadras del mío. Cuando decidieron instalarse en Capital no quisieron acabar con mi intimidad, de modo que el departamento de

Belgrano seguiría siendo mío, aunque la mayoría de las veces lo compartía con Lali.

Ese mediodía almorzamos los cinco en familia. La semana anterior había acompañado a Bautista a inscribirse en su nueva universidad que, a diferencia de la mía, era paga. Florencia tenía ya sus quince años. A principio de año mamá y papá le habían montado una gran fiesta en Bahía. Recuerdo que estaba hecha una princesa, aunque siempre lo fue, pero aquél día en que la vi de blanco sentí que el corazón golpeaba fuertemente contra mi esternón. Florencia era preciosa y más de un adolescente le andaba detrás, lo que provocaba un estallido de celos enfermos y obsesivos en mí. Ella era mí princesa. Mía y de nadie más.

FLASH BACK

-Estás hermosa- dije al tiempo que nos balanceábamos de un lado al otro al ritmo del vals.

-Vos estás hermoso... mirate lo que sos- dijo ella con la sonrisa Lanzani en su cara. -¿Estás contenta?

-Feliz- dijo y sonrió abiertamente. –Es todo como lo soñé... están todos los que quería que estuviesen.

-Me alegro por vos- mantuve el silencio por largos momentos. Sentía un nudo en la garganta. –Estás... tan grande, Flor. Tan linda, tan mujer...-dije con voz ahogada.

-Te quiero Pitt... y no le digas a Bauti... pero... sos mi hermano preferido- susurró con voz pícara. Sonreí abiertamente y la abracé con fuerza.

-Yo te amo, princesa. Quiero que seas muy feliz-le susurré al oído al tiempo que la dejaba en brazos de nuestro hermano.

AMORES PERROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora