Hacía media hora que ya estaba sentada en la islade la cocina revolviendo la tasa de te. Me sentíanerviosa. Como si fuese la primera cita. Mamá memiraba de reojo. Papá estaba concentrado en elperiódico. Ana sonreía sin saber la razón. Patodemostraba su disconformidad ante la situaciónque se aproximaba. Todos nos manteníamos ensilencio.
El timbre desesquematizó la escena.Salté de la banqueta y fui corriendo hasta lapuerta. Del otro lado me esperaba Rochi con unasonrisa tonta. Peter estaba dentro del automirando al frente. Sentí un escalofrío de pies acabeza. Preferí sentarme en el asiento trasero.Rocío de copiloto.
-Hola- dije tímida.
-Hola Lali- dijo mirándome por el espejoretrovisor.
-¿Estamos listos?- dijo Rochi divertida.
-Listos- dijo Peter con una sonrisa de lado. Pusoprimera y nos dirigimos hacia la facu. Deboadmitir que su sonrisa me derritió por completo.Durante el trayecto charlamos sobre cualquiertema. Por momentos me quedaba mirándolo sinquerer.
Cuando Lali subió al auto la vi más hermosa quenunca. Llevaba esos pantalones que le sentabandiez puntos. Tenía puesta una remera que lehabía regalo por Navidad. Era gris topo con líneashorizontales en verde y fucsia. Amaba verla conropa que yo le había regalado. Y particularmenteme encantaba como le quedaba esa remera.Sobre todo porque era bien larga. La mirabadisimuladamente a través del espejo retrovisor ymoría por comerle la boca a besos. Estacionamosa pocas cuadras de la facu y fuimos los tresjuntos hacia el salón. La única que hablaba eraRocío.Las primeras horas de clase sólo pensé en Peter,como era de esperar. En el primer receso salimoscon Rochi riendo sobre una anécdota contada porel profe de Gnoseología. Quizás lo idealizábamosdemasiado, pero era simplemente perfecto. Peterestaba esperándonos en la puerta del salón.
-¿De que se ríen tanto?- dijo con una sonrisatorcida.
-Es ella que se ríe sin parar y me contagia larisa- dijo Rochi.
-¿Y de que te reís vos?- me dijo divertido.
-Del profe de Gnoseología... un fenómeno- dijesin dejar de reír.
-Ya... Claro... ¿vamos a la cafetería mejor?- dijocon el ceño fruncido.
-Dale vamos- dijo Rochi mientras le golpeaba unhombro a Peter.
-Yo... ya voy... tengo que ir a buscar un apunte-dije.
-Te acompañamos... digo... si queres- me dijoPeter dudoso.
-No tardo mucho... mejor busquen una mesa...estoy con hambre- dije al tiempo que buscaba enla billetera plata para darle a Rochi.
-Deja... yo te pago- me dijo Peter.
-No tenes por que hacerlo- dije.
-Pero quiero... no es la primera vez que lo hagomereplicó.
-¡Ya! Vamos Pitt que sino perdemos la mesa...después ustedes arreglan cuentas- dijo Rochicansada.Bajamos los tres en silencio y yo me dirigí haciael salón donde se compraban los apuntes. Luegofui hasta la cafetería y allí nos quedamos los tresdurante un largo rato. La próxima clase era LatínPosclásico. Eso significaba una sola cosa. Unahora y media junto a Peter. Entramos al salón ynos sentamos en la grada de siempre. Yo enmedio de ellos dos. Me sentía bastante nerviosa.Cada tanto miraba a Pitt de reojo. Al cabo demedia hora de clase Peter puso sobre micuaderno un papel doblado. Lo miré incrédula y éltenía la vista al frente.
"No puedo dejar de mirarte. No podes estar tanlinda"
Sonreí tontamente y dejé el papel debajo de miapunte y seguí prestando atención. A los pocosminutos Peter volvió a repetir aquella acción.