Hacía ya dos días que mi familia había viajado aCapital. Me sentía feliz de poder llevarlos arecorrer cada lugar que ya conocía. Junto a Lalilos llevamos a los lugares típicos de la ciudadporteña. Estábamos todos viviendo en midepartamento. A mis viejos les cedí mi habitación.Nosotros tres dormimos en el living en trescolchones. Ya era domingo, al día siguiente ellosse volverían a Bahía.
Ese mismo mediodíaalmorzaríamos todos juntos en casa de Lali. Seríala presentación oficial de las dos familias. Medesperté temprano y desayuné junto a mis viejosy mi hermana. Bautista durmió hasta última hora,por supuesto. Tomé una ducha caliente y medispuse a elegir algo de ropa para la ocasión. Encasa de Lali me conocían hace tiempo, pero teníala extraña sensación de querer estar perfecto.Obviamente me sentía nervioso.
Pero sabía que alfin y al cabo no había motivos para que algosaliese mal. Jean. Zapatillas. Camisa. Mi look detodos los días. Una vez todos listos, nos fuimosen el auto de mi viejo hacia la casa de Lali.Me desperté aturdida por el pitido deldespertador. Aquel sería un gran día. Mamá y Anaestaban enloquecidas por conocer a la familia dePeter. De un salto salí de la cama y me metí en laducha. Al cabo de media hora ya estaba frente alespejo secándome el pelo y decidiendo que llevarpuesto. Jean. Botas de media caña. Una remerade algodón y encima de ella un pulóver losuficientemente abrigado. Dejé mi pelo suelto y elflequillo sobre la frente. Me eché perfume y memaquillé lo más natural posible. Al tiempo quebajaba las escaleras el timbre sonó. El relojmarcaba las doce y treinta del mediodía
.-¡Hola!- exclamé al ver a toda la familia Lanzanidel otro lado de la puerta.
-Hola nenita- dijo Peter al tiempo que entraba yunía sus labios con los míos.
-Pasen, pasen- dije abriéndole paso a losrestantes. Nos repartimos besos de educación ylos conduje hacia la cocina.
-¡Hola!- exclamó mamá chocha de la vida.
-Hola María- dijo Peter con una sonrisa torcidaal tiempo que le daba un beso en la mejilla.
-¿Cómo estas corazón?- le dijo mamá. El restode mi familia se unió a la escena.
-Bien, bien- dijo Peter nervioso.
–Bueno... estaes mi familia... mis viejos, Claudia y Fernando, ymis dos hermanos... Bautista y Florencia- dijoPeter.
-Y ésta es mi familia- dije. –Mi mamá María, mipapá Jorge y mis hermanos... Ana Laura yPatricio... y ella es mi cuñada, Jimena.
Todos se saludaron como correspondía. Mi papáhabía preparado, con ayuda de mi hermano, unasado. Mamá y Ana se encargaron de una picadabastante abundante de manera que pudiésemospicar algo antes del almuerzo. Claudia habíapreparado dos tortas. Una de chocolate con dulcede leche y otra de crema pastelera y frutas, mipreferida. Mientras los hombres de mi familiajunto a los hombres de la familia de Peterquedaron en el jardín, las mujeres de mi familia ylas de la familia de Peter quedaron dentro de lacocina. Subí con Peter en busca de un buzo parami cuñada.
-¿Empezamos bien, no?- me dijo sentado desdemi cama.
-Sí, supongo que sí... tus viejos son divinos...imposible que se lleven mal- dije revolviendo miplacard.
-Los tuyos también, Lali. Se que a mis viejos leshace bien ver como me tratan los tuyos... aunqueno se conocen, se sienten seguros, creo...
-Está claro que mamá te quiere más que a m-idijeacercándome a él.
-Y la mía también te quiere más que a mí- dijo.Los dos nos echamos a reír. –Ahora que te miro-dijohaciéndome dar una vueltita. –¡Te pusistebien linda eh!- dijo sonriendo.