El año próximo ya no era tan próximo. Mañanacomenzaría. Si tuviese que hacer un balance diríaque el año que estaba por archivarse había sidoincreíblemente perfecto. Había comenzado lafacultad y definitivamente aquella carrera era lomío. Mis amistades de toda la vida seguían juntoa mí sin problema alguno. Había conocido a Rocíoy a Eugenia, a quienes quería como si las hubieseconocido de toda la vida.
Y bueno... ¿Qué decirde Peter? Era irrevocablemente el amor de mivida. Todo con él era perfecto. Nunca fui unachica de esperar el amor con demasiadas ansias.No buscaba la perfección absoluta. Sólo queríaalguien que se encargase de mí de otra manera.Que me cuidase y me mimase. Y Peter encajabaen ese prototipo de hombre que me gustaba. Noes que no creía en el amor, sólo que no lo habíaexperimentado como se debía. Y justo aparecióPeter. Cayó del cielo. Se cruzó en mi camino ycasi por instinto me enamoró.
Hacía ya unasemana y media que no lo veía. Se había ido aBahía Blanca a pasar las fiestas junto a su familia.A veces creía que podía cansarse de la ciudad,armar sus maletas y marcharse por donde vino.El sólo hecho de pensar en aquella posibilidadprovocaba que un escalofrío me recorriera depies a cabeza. Es que lo amaba por demás. Y enestos momentos lo extraña mucho más de lo quecreía.Esa noche toda mi familia paterna y materna sereuniría en casa. Durante la tarde ayudé a mamá apreparar lo que sería la cena. Hicimos comidacomo para un batallón. La entrada sería unaabundante picada. El plato principal consistía enun pavo. Nunca había visto uno de ese tamaño.Era descomunal. Ensaladas varias eran parte dela guarnición. Mi abuela me había prometido suspapas a la crema. Nadie podría igualarla.Antes que llegase mi familia me di una ducha.Tenía ya la ropa tendida sobre mi cama. Habíaoptado por un pantalón negro bastante ajustado.Unas sandalias de tela con taco chino de soga delmismo color. Para el torso una camisa a cuadrosen la gama del verde y violeta. Me ondulé a penasel pelo. Sequé mi flequillo para que cayeranaturalmente sobre mi frente. Me puse unospendientes que me había regalado Cande hacía yavarios años. Eran de plata y tenían engarzado unbrillantito. Me maquillé con ganas.El reloj de cocina marcaba las nueve de la noche.Los invitados comenzaron a llegar en pequeñosgrupos. Al cabo de media hora ya estábamostodos rodeando la mesa que había preparado papáen el jardín. Tengo una familia grande. Papá tienetres hermanos, de manera que tengo seis primos.Mamá tiene dos hermanas y un hermano. Por estelado tengo ocho primos. Algunos de ellos ya songrandes y tienen sus propios hijos. Fue una cenagrata. Por lo menos pude olvidarme a penas de lomucho que extrañaba a Peter. Salvo cuandocomenzó el interrogatorio habitual sobre él departe de mis celosos tíos, quienes apañaban a mihermano en cada comentario.A las doce y un minuto levantamos nuestrascopas. Nos fuimos abrazando unos con otros. Elhecho de tener primos pequeños hizo que mis tíoscomprasen varios fuegos artificiales. Nosentretuvimos con aquello durante un largo rato.
-Lali... ¡Lali!- me gritó mamá desde la entradadel jardín.
-¿Qué pasa?
-Tenes teléfono... es Peter- dijo con una sonrisacómplice.Salí corriendo del jardín. A medida que mealejaba pude oír silbidos de parte de mi familia yun gruñido de parte de mi hermano.
-¿Hola?
-¡Feliz año nuevo mi amor!
-¡Feliz año nuevo Pitt!- dije contenta.
-¿Cómo te la estás pasando?- me preguntó. Nopodía oírlo bien. Había un murmullo constante delotro lado del teléfono.
-Bien... acá estoy con toda la familia...estábamos en el jardín entreteniéndonos con losfuegos artificiales... ¿y vos?-También... estamos todos reunidos en casa demi abuela... hacía mucho que no veía a toda lafamilia reunida- dijo con algo de melancolía.
-¡Que lindo amor! Disfruta mucho entonces- loalenté. Odiaba que su corazón sintiera pena.
-Sí... y... ¿y como te va sin mí?- me preguntódivertido.