Hacía exactamente un mes que habíamoscomenzado la cursada del primer año de lacarrera. Lo cierto es que me gustaba más de loque creía. La carrera... estoy hablando de lacarrera. Las cátedras eras muy buenas. Cada unode los profesores tenía su forma de explicar,pero todos eran admirablemente buenos haciendolo suyo. Que Peter y Rocío pasasen a buscarmetodas las mañanas ya era un hábito.
-¡Upa! Que carita eh...- dijo Peter con unasonrisa ancha.
-Sí, ya se... tengo la almohada pegada en lacara... debo estar horrible- dije sin intenciónalguna.
-¿Vos horrible? ¡Que paradoja! Jamás podríasestar horrible- me dijo mientras me miraba através de espejo retrovisor. Sonrojé casi porinstinto y Rocío largó su risita característica.
-¿Te dormiste muy tarde?- me preguntó ella.
-Sí... me quedé hablando con un amigo por chat ycuando me di cuenta ya era re tarde- expliquémientras me refregaba los ojos.
-¿Con un amigo?- me preguntó Peter como quienno quiere la cosa. Este chico no dejaba desorprenderme. En realidad me decía cosas queme dejaban sin habla. Lo odiaba por ello.-Sí... un amigo del colegio... Gastón... anda conmal de amores y bueno... lo escucho un rato ytrato de aconsejarlo- les conté sosteniéndolefirmemente la mirada a Peter.
Aquella mañana había resultado más densa de loque pensé. Definitivamente Historia de laFilosofía Antigua no era precisamente mi materiafavorita. Se volvía más interesante cuando laprofesora proyectaba filminas. De esa manerapodía seguir el hilo de la materia y anotar todo enmi cuaderno. Nos informaron que dentro de unasemana debíamos preparar un trabajo práctico engrupo. El trabajo constaba de una parte escrita yuna parte oral. La primera se basaba en unainvestigación profunda sobre un tema específico.La segunda era una exposición oral sobre loinvestigado. De más esta decir que nosotros tresformamos un grupo.
-¿Podríamos juntarnos hoy a la salida de la facupara hacer el trabajo, no?- dijo Peter.
-Yo estoy libre en cualquier momento... siquieren pueden venir a mi casa- dijo Rochi.
-Yo al mediodía no puedo... me junto a almorzarcon mis amigas... pero voy a estar en casa... siquieren pasen tipo cinco de la tarde y aunque seaempezamos a hacer algo... total falta unasemana- propuse. Los dos estuvieron deacuerdo. Y así fue. Salimos de la facultad y Peterme dejó en casa. Dentro de unas horas losvolvería a ver.
-Que raro vos acá- dije mientras entraba a lacocina.
-Hola hija... ¿comemos algo?- me preguntómama.
-Vienen las chicas... almorzamos todas juntasacá... creí que iba a estar sola- le dije mientras ledaba un beso en la mejilla.
-¡Ah! Pero por mí no te preocupes... me estoypor ir a la constructora, me olvidé unos papelesallá y después tengo turno con el médico... hastala nochecita no vuelvo.
Mamá me ayudó a preparar la comida. Milanesascon puré para mí y mis amigas. Una vez porsemana almorzábamos todas juntas. Las casasiban rotando. En esta oportunidad tocaba la mía.
-Te juro que me encanta... es perfecto... no seque tiene... pero me encanta- contó Daniela.
-Pero... ¿se hablan?- le preguntó Mery.
-Sí... va, más o menos... va, no... empezamos ahablar hoy... porque tuvimos que armar un equipopara un trabajo y en mi grupo esta él- explicóDani, la más enamoradiza del grupo.
-Yo la verdad que no conocí a nadie... haymuchos chicos lindos... pero nada que digasWOW COMO ME GUSTA ESTE FLACO... es muytranqui- contó Cande.