Las primeras semanas de Diciembre comenzabana asomarse. Habíamos dejado de cursar.
Estábamos en la etapa final: preparación de lasmaterias que rendiríamos. Cuatro de los sietedías que tiene la semana Rocío se la pasaba encasa estudiando. Los restantes tres yo me ibapara su casa con el mismo fin. Peter preferíaestudiar sólo. Decía que si estudiaba conmigo sedesconcentraba. ¡Qué lindo que era cuandoquería! No lo veía muy seguido ya que dedicabacasi todo el día en zambullirme entre unoscuantos libros de Filosofía.
Una tarde de sábado me encontraba en mihabitación en pleno estudio junto a Rochi. Sobreel suelo había desparramado unos cuantos libros,cuadernos, carpetas, apuntes, resúmenes ydemás. Eran ya las cinco y media de la tarde. Lospárpados comenzaban a pesarme. Vivía tomandocafé para poder tolerar el ritmo de estudio.
-Permiso... ¿puedo?- dijo Peter asomándose enmi habitación.
-¡Hola mi amor!- exclamé al tiempo que melevantaba del suelo y corría hacia él.
-Hola chiquitita- me dijo suavemente mientras yorodeaba su cintura con mis piernas y le llenaba lacara de besos.
–Para, para... me vas a dejar sinaire- me dijo jocoso.
-¡Es que hace mucho que no te veo!- dijehaciendo puchero al tiempo que sentía sus besossobre mi cuello.
-A ver si dejamos de comer delante de lospobres- dijo Rochi con diversión.
-¿Qué pobres? La vez pasada te vi agarrada aGas cual garrapata- le dijo Peter con una sonrisatraviesa al tiempo que me devolvía al suelo.
-¡Ay Gas! ¡Lo extraño tanto!- dijo Rocío entresuspiros. Con Peter reímos en complicidad.
-Veo que interrumpí el momento de estudio- dijoPeter dirigiéndose hacia mi cama mientrasintentaba no pisar ningún libro.
-Sí... ¡Estoy harta ya!- gritó Rochi con desgano.
-Bueno, entonces hagamos un receso chiquititonospropuso sonriente.Peter se quedó prácticamente una hora connosotras. Nos distrajimos bastante de modo quepudimos seguir estudiando a full dos o tres horasmás. Cuando Rocío salió de casa ingresé a laducha en busca de un baño calientereconfortante. Debo haber estado prácticamenteuna hora bajo la ducha. Cerré la canilla de aguacaliente y me enrollé en un toallón. Peiné mi pelolentamente y lo sequé. El placard ya estabaabierto de par en par. Esa noche Peter meesperaba en su casa para cenar juntos. Opté porun pantalón gris desgastado bastante ceñido.Unos tacos negros no muy altos y una camisa delmismo color muy larga. Me tapaba toda mi partetrasera. Tenía un lazo del mismo material a laaltura de la cintura de manera que ajustándola memarcaba las curvas. Me ondulé a penas el pelo.Me maquillé en tonos naturales. Tomé un abrigo yel bolso y bajé hacia la cocina.
-¿A dónde te vas con esa pinta?- me preguntó mihermana con picardía.
-A cenar a casa de Peter- dije dándole un beso amamá y otro a papá.
-¿A qué hora volves Lali?- me preguntó mamá.
-No vuelvo- dije. Sentí sus miradas clavadas enmí con fuerza.
–Después salimos con las chicas...duermo en casa de Rochi y Euge- mentí.
-Espero que sea así... no quiero enterarme quete quedaste a dormir en lo de Pedrito- me retó mihermano.
-¡Que le digas Peter!- grité.
-¿Viene a buscarte?- me preguntó papá mientrasyo me echaba perfume importado.
-No... ya me pedí un remis- dije al tiempo quesonaba el timbre de casa.Al cabo de media hora ya estaba parada frente aledificio donde vivía Peter.