Estábamos a mediados de diciembre. Esa noche celebraríamos la despedida de soltera de Jimena. Ya había transcurrido la etapa de finales. Rocío y Peter habían aprobado todas las materias. Yo, en cambio, no me había presentado a rendir Literatura Norteamericana. Había caído en cama intoxicada por haber comido algo en mal estado. De modo que en Febrero podría rendirla. Me aliviaba que Luli tampoco la hubiese rendido. De esa manera el estudio bajo el sol sería más entretenido. Habíamos organizado junto a mi hermana hacer la despedida de soltera en un bar sobre la costanera. Nos encargamos de invitar a todas las amigas de Jime del colegio y también a sus compañeras de facultad. El año próximo se recibiría de Contadora Pública. Papá le había conseguido empleo en su estudio. Patricio y Jimena se habían conocido hacía ya cinco años. Él tenía veintidós años y ella dieciocho. Jimena tiene dos hermanos. Mauro, de la edad de Pato, y Lautaro, un año mayor que Jime. Cuando Patricio conoció a Jimena ella noviaba con el mejor amigo de Lauti. Hacía ya un año que salían. Patricio conoció a Mauro en la universidad. Una fiesta de fin de curso provocó que la conociera. Según Pato, cayó de rodillas al verla. Removió cielo y tierra para volver a encontrarla, pero claro, ella seguía con su pareja. Supongo que ganó por cansancio. La buscó y la persiguió. Sencillamente, Jimena dejó a su, en aquel entonces, novio para "conocer" más a mi hermano. En un abrir y cerrar de ojos estaban con un pie en el altar. Mi hermana había invitado a sus más íntimas amigas y yo también. Candela ya era una más de la familia, de modo que las restantes fueron invitadas de corazón. Habíamos comprado varias chucherías para disfrazar a Jime. Era viernes y salía del trabajo alrededor de las nueve de la noche. Con Ana pedimos a papá que la liberase un rato antes. Así disponíamos de más tiempo para celebrar el fin de su libertad, como decía Patricio.-¿Ya te vas?- le dije a Peter. Había estado en casa toda la tarde y quería mostrarle la ropa que llevaría aquella noche.
-Sí amor... tenes que prepararte.
-Quedate un poquito más... dale... no seas malo-dije manipulándolo con mi puchero.
-Vos también deberías dejar de persuadirme con esas caras...
-Tampoco te pido nada del otro mundo- me quejé.
-Ese es el punto... me preocupa que el día de mañana me pidas algo importante y me manipules con tu puchero- dijo con una sonrisa torcida.
-¿Qué vas a hacer hoy a la noche?- saqué conversación para cumplir mi objetivo.
-Me dijo Nico que armaron un partidito de fútbol a las nueve de la noche... supongo que iré- dijo encogiéndose de hombros y sentándose sobre la mecedora de mi habitación. Sonreí triunfante.
-¿Después te vas para tu casa?- dije extendiendo mi ropa nueva sobre la cama.
-Seguramente... quizás cenamos algo por ahí todos juntos... no lo se.
-¿Vas a dormir a tu casa, verdad?- dije al tiempo que caminaba por toda mi habitación buscando una pinza para el pelo.
-¿Qué es este cuestionario interminable?- dijo riendo.
-Quiero saber.
-Claro que voy a dormir en mi casa... ¿Dónde sino?
-No se... por eso te pregunto- saliendo del baño. -Yo debería actuar de reportero... vos sos la que sale hoy a la noche sin mi. -No vas a venir a la despedida de soletera de Jimena- dije con una mueca. -Por supuesto que no- dijo extendiéndome la mano. Me acerqué a él y me senté sobre sus piernas, hundí mi cara en su cuello y me rodeó la cintura con sus brazos entrelazando sus manos. -Mmm... me quedaría así toda mi vida ¿sabes?dije entre suspiros. -¡Cómo te gusta que te mimen eh!- dijo. Permanecí con los ojos cerrados pero pude imaginar su sonrisa de lado, mi favorita. -Mmm... mucho- susurré a la vez que me apretaba cada vez más contra su cuerpo. -Que linda sos- me dijo al tiempo que me acunaba. Nos habremos quedado en silencio aproximadamente media hora en aquella mecedora. Él se acunaba con el vaivén de la mecedora e indefectiblemente me acunaba a mí entre sus brazos. –Amor... ¿estas dormida?- dijo en un susurro.