Historias variadas de Daryl Dixon y tu, algunas historias basadas en la serie, y otras totalmente random.
Habrán historias de capítulos cortos y otros con continuación.
Actualización diaria.
No se aceptan adaptaciones.
Doy crédito y derecho de au...
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— Eh, cuñada —
Sin evitarlo haces una mueca de disgusto, y tienes que voltear a ver donde Merle estaba encerrado.
— ¿Qué quieres Merle? —
El hombre alza sus cejas fingiendo estar ofendido, pero la diversión se veía claramente pintada en todo su rostro.
— ¿De malas ojos bonitos? ¿Que mi hermano no te dio de cenar bien ayer? —
Te cruzas de brazos, miras con un poco de desprecio al hombre que considerabas tu casi mejor amigo en el pasado y te acercas un poco a la celda donde lo mantenían encerrado.
— Lo que suceda entre Daryl y yo, no es de tu importancia —
— Oh vamos ojos bonitos, no se debe de ser un maldito mago para adivinar que aún no perdonas a mi hermanito — Merle agarra los barrotes de la puerta de su celda y se recarga sobre su pie. — Además de que se identificar cuando una dama no a sido satisfecha —
Ruedas los ojos y estas por irte, pero nuevamente te vuelve a detener.
— ¡Eh, ojos bonitos! — cierras tus ojos, aún dándole la espalda.
No podías verle, pero Merle lucía ligeramente arrepentido por hacer que Daryl y tú estuvieran mal en ese momento. Después de todo, y aunque no lo dijera, a Merle le agradaba ver que había alguien que se preocupara de su Darylina cuando él no estuviera cerca de él.
— Daryl está realmente arrepentido, con decirte que casi me atraviesa la cabeza con su jodida ballesta —
Volteas a ver a Merle, un poco sorprendida.
— ¿Qué? —
— Si, la mierdilla esa se a ablandado contigo, y tu vagina mágica parece que lo a hechizado — alzas una ceja, y una pequeña sonrisa se aparece en tus labios. Con Merle siempre era así, sin pelos en la lengua, directo, sin rodeos, y recordaste por que era que le tenías aprecio, aunque seguías enojada con los Dixon. De pronto el rostro de Merle cambio a uno más relajado y serio. — ¿Te puedo pedir algo ojos bonitos? — asientes y te acercas nuevamente a la celda. — Se que mi hermano siempre se las da de tipo rudo y que nada le importa, pero los dos le conocemos, creo que tu mejor que yo... — ríe y niega. — ¿Puedes cuidar de él? —
Tragas lento, y asientes despacio.
— Se que soy un dolor en el culo, y no del tipo que me gustaría ser — ríes y pones tu mano en la puerta de barrotes. Sabías que Merle jamás te haría daño. — Aunque tengamos nuestros problemas, es mi hermano, y aunque se escuche muy gay esto, le amo —
— Lo se Merle — murmuras, poniendo ahora tu mano en su mejilla, acariciando lentamente, haciéndole saber que él también era querido por su hermano y por ti. — Nosotros también te amamos, barrigón —