II (Parte 3) - Sobre Una Invitación Abierta

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Las advertencias de Craig resonaron dentro de su mente por un tiempo, pero cuando Vinny llegó a la escuela cualquier duda se disipó de inmediato. Su tutor y Dominic le dijeron, como siempre, que fuera cuidadoso, pero de todas maneras el chico decidió que su primera tarea sería encontrar a Lizard Lester. Sabía que el tipo probablemente estaría molesto con él luego de su pequeño fiasco público con Scott, y entre más pronto dejaran las cosas en claro, mejor.

Antes de salir le había enviado un mensaje a John Hill. Si las peleas de North Vertfort High fueran una liga, sin duda él estaría encargado de publicidad y relaciones públicas. Sabía muchas cosas de todos los matones, y si no, pues por lo menos sabía cómo o con quién averiguarlo. Vinny confiaba en que podría ayudarlo con los hábitos del día de Lester y, en efecto, ya lo había investigado lo suficiente como para que Vinny formulase un plan.

La información de Hill decía que Lester llegaba en auto propio, así que entraba por el lado contrario al acceso principal, donde se encontraba el estacionamiento. Usualmente llegaba tarde, si es que no había decidido faltar a clases. A la hora del almuerzo regresaba al estacionamiento y solía escuchar música en su auto destartalado mientras comía algo que él o alguno de sus lacayos compraba en la cafetería.

Hacia el mediodía Vinny salió hecho un rayo hasta la cafetería. Se sentó con los Tres John en una mesa cercana a los mostradores con la comida, para mayor visibilidad. Esperaron ansiosamente a que apareciera la figura larguirucha, pero en su lugar solo apareció un pequeño chico enclenque. Estuvo a punto de entrar a la fila de personas cuando Vinny se puso de pie y lo alcanzó en un par de pasos. Lo tomó por el hombro para girarlo y verlo cara a cara, pero el pobre soltó un grito horrorizado y cayó sentado al piso.

Ahora tenían la atención de todos. Vinny estaba sorprendido, casi tanto como el pequeño chico que ahora estaba rogando que no le hicieran daño.

—¿Y Lizard Lester? —preguntó Vinny, intentando sonar inofensivo. El chico se removió y evitó mirarlo a los ojos, girándose en su lugar hacia los Tres John con un rostro suplicante.

—Dios, no he hecho nada, no sé nada, por favor...

Vinny bufó. O Lester era muy tirano, o este chico funcionaba con cobardía corriéndole por las venas. Con Lester, cualquier opción era posible. Se alborotó el cabello con una mano y con la otra se apoyó en el piso para arrodillarse y quedar frente a frente con el manojo de nervios.

—Tranquilo; solo quiero hablar con Lester. ¿Has venido a comprarle su almuerzo? ¿Dónde se lo llevarás después?

El chico luchó enormemente con las palabras. Tartamudeó por una eternidad antes de poder decir que Lester había decidido que no tenía el más mínimo deseo de aparecerse en clases. Vinny creyó que le preguntaría por qué lo buscaba, pero el tipo estaba demasiado ocupado recuperando el aire para ponerse de pie. Vinny le ofreció su mano para ayudarlo, y el chico soltó un quejido de martirio. Nuevamente molesto, Vinmy le ordenó a Bell que lo ayudara él, y regresó a la mesa.

Entró a las clases de la tarde con un sabor a decepción en la boca. Se había imaginado que la semana tendría un ritmo acelerado de cara al duelo del viernes, pero ni siquiera había podido encontrar a su enemigo. Al final del día de clases deambuló por los jardines con los Tres John siguiéndole cada paso, sintiéndose frustrado. Los chicos esperaron unos minutos antes de informarle que tenían que irse, y él los despidió sin voltear a verlos.

Fue a las instalaciones deportivas. Caminó por ahí, observando cada esquina, cada posible escondite, sin éxito. Bufó, maldijo, pateó la pared y el entrenador de fútbol lo vio y le dijo que se o se quedara quieto o se largase. Sin más que hacer ahí, llamó a Craig y no se molestó en esconder su decepción durante el resto de la tarde, preocupando a los mayordomos e irritando enormemente a su tutor. Craig le dio un golpe con un libro durante las lecciones, insistiendo en que el día pronto llegaría a su fin y el chico solo necesitaba un poco más de esfuerzo antes de poder largarse a dormir. Esto logró levantarle un poco los ánimos: con el nuevo día llegaría nuevas posibilidades.

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora