VII (Parte 1) - Sobre la Curiosidad Incipiente

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Evitar a Vincent resultó ser más difícil de lo que Scott pensó. Apenas habían llegado al final de la semana y ya había tenido que cambiar toda su rutina para que el chico no pudiese encontrarlo. Visitó la biblioteca luego de mucho tiempo solo para lograr estar tranquilo. Quizá lo peor de todo era que Vincent ni siquiera había hecho intento alguno de buscarlo, sino que era Scott quien temía que apareciera en uno de sus lugares de siempre. ¿Qué iba a decirle si lo veía?

Aún con la ayuda que Crops le había dado a través de los años, Scott pensaba que era injusto verse obligado a ayudar a alguien que se había buscado los problemas por su propia cuenta. De vez en cuando se lo encontró en los pasillos y el subdirector le dirigió una mirada que decía, sin mucho disimulo: "¿Y? ¿Lo ha pensado?". Claro que lo había pensado, más de lo que era necesario, y lo que más le molestaba era que no podía rehusarse.

En los últimos días había hecho una especie de lista mental. Intentó repasar uno a uno a los tipos que se había encontrado desde haber puesto pie en la escuela; la mayoría era un rostro borroso que lo buscó después de clases solo para terminar derribado sobre el césped, nada particularmente memorable. Por otro lado, estaban los tipos como Buck que se habían esforzado en ser un bache en el camino. Todos ellos tenían la característica peculiar de sentirse amenazados por lo que Scott podría llegar a hacer, a pesar que no tuviera la más mínima motivación para hacerlo.

Había también pequeños donnadies. Los tipos del equipo de fútbol, por ejemplo, con quienes convivió pacíficamente por un tiempo muy breve. A veces concordó con sus opiniones, a veces les llevó la contraria, pero de igual manera sonrió y se quedó en silencio para evitar complicaciones. Durante esos días pensó que las amistades se trataban de saber qué compartir y qué esconder. Ignoraba a quienes se le acercaban con preguntas como: "¿Es verdad que peleas solo con un brazo?" o "Si te pago, ¿podrías darle una lección a X o Y?". A esas personas las clasificaba como aprovechadas.

Luego venía Vincent, y desbarataba toda la lista.

Si en verdad era un chico rico, estaba fuera de su elemento, porque North Vertfort High no era exactamente una academia de élite. Scott estaba seguro de haber escuchado su apellido antes pero no creyó necesario investigarlo. Después de todo, Vincent no daba indicaciones de depender de su apellido para acarrearse por la escuela. No había asistentes lanzándose a los charcos para que el joven amo no tuviera que ensuciar sus zapatos de cuero italiano, ni mucho menos. Scott no tenía otro parámetro de comparación pero le parecía que Vincent era, de hecho, bastante desadaptado.

Tenía la capacidad de mentir de un chico de cinco años borracho y bajo juramento. Las emociones le alcanzaban el rostro antes de alcanzarle la mente. Abría la boca sin tener todavía claro qué quería decir. Se hacía ideas extrañas en la cabeza y se apoyaba tercamente sobre ellas, insistiendo en que fueran aceptadas. Más que problemático o rebelde Vincent era infantil; por lo menos eso era lo que podía asumir luego del poco tiempo que había pasado con él.

Scott quiso ahondar en su análisis y se dio cuenta de lo poco que sabía en realidad del otro chico. No era de extrañarse; en un principio no había visto necesidad alguna por examinarlo. Se había llevado una primera impresión y con eso le había bastado hasta que Vincent llegó y negó esa impresión por completo.

Recordó un comentario del propio chico, diciéndole que en verdad tenía curiosidad por conocerlo más. No se le había cruzado por la mente que eso podía llegar a ser mutuo. Inconscientemente, Scott buscó un lugar cómodo para observar. No fue sino hasta que se tendió incómodamente tras una rama y esperó atentamente a que la campana de salida sonara que se dio cuenta de lo tonto que debía verse.

Pensó en recuperar la cordura, lanzarse del árbol y largarse, pero en ese momento la campana sonó, y Scott se quedó donde estaba, repitiéndose que simplemente vería si el tobillo de Vincent estaba bien. Después de todo, había sido él quien lo había cargado hasta la enfermería. Esperó que de las puertas emergieran las olas de estudiantes y se esforzó por identificar a Vincent; llegó a preocuparse un poco por su tardanza, y estuvo ligeramente aliviado al ver al chico bajar los escalones con cuidado, apoyado a medias sobre uno de sus amigos.

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora