XXIV (Parte 1) - Sobre Amenazas Proféticas

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No había un solo perro ladrando en las calles. El ambiente relajado y pulcro de sus alrededores, además del silencio apabullante, le dejaron saber a Craig que había entrado a una parte de Vertfort que pocos conocían. El sur de la ciudad era el hogar de la miseria, a excepción de un único lugar de lujo y riqueza: las cercanías del primer puente, donde se ubicaban los puertos más activos y oficinas de las empresas más importantes.

En el horizonte se dibujaba el perfil del norte de Vertfort. Los edificios oscuros frente al cielo grisáceo revelaban el esqueleto de sus interiores vacíos, donde las oficinas mantenían las luces apagadas a la espera de la mañana. Las luces de los autos que recorrían las carreteras alteraban la imagen, como si la ciudad palpitara a un ritmo precario. El segundo puente se veía muy a lo lejos, a la derecha de Craig, y el primer puente se iluminaba más cerca a su izquierda. A sus espaldas, el frío y húmedo concreto de una pared le calaba por la piel. Frente a él, potentes luminarias daban vida a una fiesta de verano para los de clase alta con un gusto por la parte mejor cuidada del Río Vertfort.

Craig había dado con el lugar luego de una investigación exhaustiva. Desde su incidente con el persecutor de los Arkwright hacía cerca de una semana, había decidido no quedarse en un motel por más de una noche. Se mantenía en movimiento constante, era más agresivo con sus interrogaciones en los bares, y apenas lograba dormir un par de horas sin despertar con la sensación de estar siendo observado. La paranoia no era buena, y si bien esta ayudaba a acelerar su ritmo de trabajo, podría eventualmente llevarlo a cometer un error. Craig tragó hondo. Empezaba a preguntarse por cuánto tiempo podría seguir adelante con esto, y si sería suficiente para Vinny y Scott.

Ya no era una cuestión de si alguien lo perseguía a él por sus conexiones a los Melville. Craig tenía por seguro que todas las familias iban tras su rastro, y sus razones importaban poco. Podía conjeturar, además, lo que esto significaba para Vinny. Si el chico había sido secuestrado con esperanza de conseguir recompensa de Fester, hacía mucho tiempo que el magnate se habría reído de ellos y Vinny habría terminado en condiciones que Craig no iba a imaginar. Si, por otro lado, Vinny había sido aprisionado para conseguir información sobre los negocios de su padre, ese camino tampoco llevaría a ninguna parte: Vinny se mantenía ajeno a esa escena. Lo único que tenía sentido era que nadie supiera quién era el chico, y su desaparición junto a Scott reforzaba la teoría. Entonces era lógico que el enfoque se centrara en él, Craig Memphis, como un instrumento a explotar por quien fuese que lo encontrase primero.

La pista sobre el tal Gustav no había sido lo que Craig esperó. Sin embargo, era creíble. Tanto Vinny como Scott eran bien parecidos, por lo menos tanto como Craig podía juzgar de manera objetiva sin sentirse como un acosador, y no sería extraño que alguien pensara que tenían potencial para ser utilizados como juguetes de los pervertidos de la ciudad. Ninguno de los chicos tendría reservas acerca de luchar por no ser prostituidos, y eso calmaba al ex-tutor hasta cierto punto, pero Gustav no era exactamente un tipo blando con el que las pataletas funcionarían.

La información sobre el sujeto no era para nada escasa, ni extremadamente difícil de obtener. Todo esto se debía a que tenía completa certeza de que nadie sería tan estúpido como para meterse con él, quien controlaba buena parte de la escena nocturna que los cerdos que salían de Vertfort, principalmente Arkwright, parecían necesitar con urgencia.

Gustav Lund, de alrededor de cuarenta años de edad, había sido un prostituto antes de subir de rango. No se consideraba un proxeneta, sino más bien una especie de control de calidad, un filtro de seguridad. Cuando no estaba haciendo arreglos para la casa de chicos, Gustav también era codiciado por los hombres de mayor poder en la ciudad. Era un invitado de honor en los lugares más exclusivos y se hacía rogar para aparecer.

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora