Craig por fin tuvo su asiento en la mesa principal, entre Henry y Vinny. Aunque inicialmente Dominic se había negado a permitírselo, Ian terminó uniéndose a la fiesta, pues decía que debía ver esto con sus propios ojos. Ambos mayordomos estaban en las sombras, de pie a un costado del salón, y en esa ocasión la prensa estaba más que presente: ellos delimitaban el espacio del salón. Había una tarima, no para que Henry tocase el piano, sino para que Fester y Craig diesen la mejor cara para las mejores fotos y notas en las secciones de vida social de periódicos y revistas.
Con poco más de una semana para la preparación de la fiesta, Craig debió admitir que admiraba a los organizadores de los Melville. Habían escogido como escenario el mismo salón donde se había celebrado la graduación de Henry, no solo por su tamaño y centralidad en la ciudad, sino también como un acto simbólico; el ángulo que se había tomado para el evento era que Fester había acobijado a este huérfano prodigio bajo su ala, como lo haría con un hijo. Fester era el héroe, Craig la damisela.
Además de los aspectos más técnicos de la fiesta, el grupo de relaciones públicas de los Melville pasó casi tres días discutiendo las respuestas que se darían a la prensa, pensando en toda pregunta impertinente que pudiese salir de esa multitud de pirañas. Con una historia construida, fue hora de, por tercera vez en un año, llevar a Craig a la sastrería por un enésimo traje. Esta vez, sin embargo, la compra se cargaría a la cartera del mismísimo Fester y no a la de los mayordomos, lo cual significaba que el sastre sacó la tela más cara, más rara, más brillante.
Henry tenía un traje similar, y se decidió que lo usaría, para cimentar todavía más la idea del dúo dinámico: primogénito y huérfano.
Fester y Olivia estaban conversando con los primeros invitados que empezaban a llenar el lugar, diez minutos antes de la hora de inicio. Ian le dirigía de cuando en cuando una mirada risueña a los chicos, y eso ayudó a que ellos entendiesen por qué Dominic no le permitía estar presente en estos eventos: Ian no tenía la capacidad de mantenerse neutral. Vinny no pudo soportarlo y corrió hacia el joven mayordomo para convencerlo de que jugasen por un último rato antes de las formalidades.
Henry estaba enfocado en una copa con agua frente a él. Craig se acercó un poco y le habló en voz baja.
—Pareciera que la gente nos verá como hermanos —Craig dijo en tono divertido. Henry no le encontró la gracia.
—Pues sabes que no pienso en ti de esa manera —respondió.
Craig no perdió su buen ánimo, pues sentía que era su tarea tomarse todo el asunto un poco a la ligera para mantener su cordura, y la de los chicos.
—Ya revelaremos eso en otra fiesta, algún día.
Henry observó a Craig con detenimiento. Craig admitía, aunque fuese en broma, que daba por sentado que tendrían un futuro juntos. Ese grano de esperanza pareció relajarlo un poco.
—Pues tendremos tiempo para pensar en un mejor diseño para el maldito pastel —Henry suspiró—. ¿Un pastel en forma de gafas? Por favor.
El diseño del pastel había sido decisión del grupo Melville, así que no tenía espacio para objetar, aunque sí le causaba cierto malestar la insistencia en su capacidad. Hasta donde Craig sabía, su nivel estaba un poco por sobre Henry, de catorce años, y no estaba convencido de dar el ancho intelectual ante los socios y amigos de Fester.
—Veamos —Craig acercó más su silla a Henry. Una de las ventajas de esa presentación era que los chicos podían hablar cuanto quisieran sin que la prensa lo tomase como algo inusual—. Refréscame la memoria. ¿Quién es el tipo del bastón?
ESTÁS LEYENDO
Escrito en el Asfalto
Genç KurguLa ciudad de Vertfort fue, por muchos años, tierra de nadie. Ahora, luego de generaciones de herederos, bancarrotas, absorciones y traiciones, quedan tres familias: Arkwright, Landvik, y Melville. Vinny Melville, a sus dieciocho años, es el joven h...