IX (Parte 1) - Sobre Distancias Insalvables

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Para cuando Dominic finalmente encontró un espacio para aparcar el auto, Ian ya se podía de memoria las calles del centro de Lower Morland. Terminaron a poco más de tres cuadras del parque, y Dominic había hecho una maniobra en retroceso bastante increíble para ocupar un lugar recién liberado. Algunas personas voltearon en asombro, e Ian sonrió.

—No me cansaré de preguntarlo, Dom: ¿cómo aprendiste a conducir así?

Dominic se encogió de hombros. —Experiencia. Llevar a Fester no es asunto cualquiera.

Ian seguía sonriendo, pero Dominic se mantuvo serio. A menudo sus conversaciones llegaban a este tipo de estancamientos incómodos, donde la confidencialidad del trabajo de Dominic significaba que Ian no podía insistir con más preguntas. El mayor tenía la mente en otra parte, y era claro, e Ian se limitó a traerlo de nuevo a la realidad de cualquier manera que pudiese.

—Supongo que no lo es —dijo en tono neutral, e inmediatamente cambió el tema—. ¿Por qué Vinny habrá querido venir acá? No parece un lugar muy hospitalario.

Salieron del auto. Ian apoyó los brazos sobre el techo del auto y estudió sus alrededores. Dominic se apresuró a llegar a su lado y siguió su mirada. A sus espaldas, en la calzada, las personas caminaban a paso mecánico de un lado a otro, en pleno ajetreo de mediodía. Los mayordomos salieron de su ensimismamiento y escogieron una calle llena de comercios para dar algunas vueltas mientras Vinny exploraba libremente.

Pasaron frente a una librería muy acogedora, con un espacio de libros usados a la entrada. Ambos mayordomos se detuvieron frente a ella y sonrieron, con la misma cosa en mente, pero siendo Ian el único dispuesto a decirla en voz alta.

—Qué mal que Craig no haya podido venir —dijo, con un poco de pesar—. Sabes cómo adora esas ventas, para Henry. ¿Te parece si llevamos algo?

—Es buena idea, pero no recuerdo ni un tercio de los títulos que ya tiene en casa, Ian.

Ian rió y se adelantó hacia la mesa. —Vamos, Dom. Creo que conozco bastante bien el gusto de Henry. Si Craig puede escoger libros para él, yo también.

Dominic asintió y se mantuvo diligentemente al lado del otro mientras leía y hojeaba uno a uno los títulos de ficción. Ian estaba encantado, como siempre solía estar cuando podía salir y olvidarse de las tareas de la mansión. Siempre dirían que el chico era un problema, pero en verdad ambos mayordomos estaban agradecidos con Vinny por la libertad que les ofrecía, la apertura, la posibilidad de hacer cosas como las que hacían en esos momentos.

Había sido lo mismo con Henry. El primogénito de la familia Melville, quien había llegado a la mansión cuando Dominic aún era un niño y apenas había dominado el arte de arreglar la mesa para una cena. Los demás empleados, que en aquel entonces fueron tan numerosos que llenaban por completo la residencia de la servidumbre, habían supuesto que el bebé mantendría todo el lugar en un perpetuo escándalo, pero Henry resultó ser de lo más tranquilo. Comía en paz, dormía en paz, y era en parte eso lo que había emocionado tanto a Fester, quien por un breve momento quiso fingir ser padre, sin mucho éxito, y terminó regresando a su fin inicial de criar a quien sería eventualmente su heredero.

Algunos años después Ian llegó a la mansión. Era un niño huérfano, pequeño, flaco, pálido, pero con ojos brillantes. Henry estuvo fascinado casi instantáneamente. A pesar de que Ian era el mayor y estaba destinado a ser parte de la servidumbre, frecuentemente ambos niños correteaban por ahí como si siempre hubiesen estado juntos. No fue sino hasta que Henry empezó a asistir al instituto que los niños dejaron de jugar tan seguido, pero los años iniciales no se habían olvidado. Ian asumió más responsabilidades, aprendió lo que Dominic tenía que enseñarle sobre el servicio, y Henry aprendió lo que significaba ser el primogénito de un magnate. Dominic vio sus rostros de asombro cuando Vinmy se unió a la familia, y cada uno quiso madurar para ser un buen ejemplo para él.

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora